Imagino que nadie se levantará un buen día y decidirá ser "mártir". Mirándose al espejo mientras se limpia las legañas y, atisbando su rostro tras la zozobra del sueño aún presente, pensará haber encontrado el sentido a su vida: "voy a entregarme a una causa, con todas sus consecuencias, hasta el final". Una decisión que guiará un camino erigido sobre el miedo y la duda hasta ese final que, con triste frecuencia, consiste en una muerte nunca castigada.
Miro a través de los ojos sonrientes de Natalia Estemirova, la última "heroína" asesinada en el Caúcaso, y me cuesta creer que su entrega vital a un motivo naciera de una decisión puntual, fría y meditada. Porque esto es precisamente lo que arguyen quienes, bajo cualquier intención, ponen un velo de justificación al desdichado final que "premia" el trabajo necesario como el que cumplía Estemirova: "Ellos han optado por ese camino sabiendo el riesgo que corrían".
Miro a través de los ojos sonrientes de Natalia Estemirova, la última "heroína" asesinada en el Caúcaso, y me cuesta creer que su entrega vital a un motivo naciera de una decisión puntual, fría y meditada. Porque esto es precisamente lo que arguyen quienes, bajo cualquier intención, ponen un velo de justificación al desdichado final que "premia" el trabajo necesario como el que cumplía Estemirova: "Ellos han optado por ese camino sabiendo el riesgo que corrían".
Dicho así, parece que, al desempeñar esta tarea, se acepta el miedo y la extorsión como ingredientes sine quanon y la persecución y muerte como consecuencias demasiado probables. Esta lógica falaz nos lleva, sin darnos cuenta, a asumir el statu quo de un hecho de naturaleza ilícita, injusta y en absoluto natural.
Porque se me vienen a la mente casos como el de Estemirova, Anna Politkovskaya o Hrnat Dink y lo que veo no es más (ni menos) que el desempeño responsable, constante y riguroso de sus profesiones:
Natalia Estemirova: Activista de Derechos Humanos, miembro de la ONG Memorial que denunciaba los abusos del gobierno títere pro ruso en Chechenia de Ramzán Kadírov. Reveló la estrategia gubernamental de incendios y asesinatos sobre "sospechosos de ser guerrilleros" y sobre mujeres. La mañana de ayer fue secuestrada a plena de luz del día en Grozni (capital chechena, donde vivía) y poco después asesinada con varios tiros en la cabeza y pecho.
Anna Politkovskaya: Periodista rusa del bisemanario "Novaya Gazeta". Investigó profusamente crímenes cometidos durante la "ofensiva contraterrorista" del Gobierno de Putin en la misma república caucásica. Fue asesinada en el portal de su casa en Moscú en octubre de 2006.
Hrant Dink: Periodista turco de origen armenio que dirigía el periódico "Agos" en Estambul. Fue una vez condenado por referirse en prensa al "genocidio armenio" (algo prohibido por el Código Penal turco). Lo asesinaron a tiros frente a la sede de su diaro en Estambul en Enero de 2007.
La razón por la que estos profesionales (entre otros centenares que no cabría nombrar aquí) han sido eliminados es porque han ejercido su trabajo, su tarea, su profesión, con rigor, sin dejar que los obstáculos y las coerciones lo limiten. Cuando con ello han incomodado a algún poder
público y otra entidad "imponente", han seguido adelante, en lugar de inhibirse como hacemos la gran mayoría.
El problema es que esto se define como "heroicidad" (por la gran valentía, perseverancia y capital humano que se requiere) y que con el concepto romático de héroe viene casi inherente el de "sacrificio" o "martirio". Así, cuando se comenten delitos como el asesinato de Estemirova ayer, sustituimos la indignación, el clamor y la rabia por una admiración sumisa y egoísta de "oh, qué gran persona, dio su vida por defender los derechos de los demás". Y abandonamos la exigencia de cambio.
Desterremos de una vez la división que margina el digno desempeño de la profesión para unos pocos "héroes mártires" y tolera la injusticia, manipulación e influencias en el grueso de la población.
Quitemos altares de idolatría a "sacrificados" (que bien se lo merecen aún así) y trabajemos por el libre ejercicio de cualquier profesión, ya sea médico, arquitecto, periodista o empleado de cualquier empresa.
La idea excepcional de "héroe" permite que el "antihéroe" sea la tónica general.
Ni Estemirova, ni Politkovskaya ni Dink decidieron un buen día ser héroes; sólo quisieron desempeñar bien su trabajo.
(nota: imagen de Estemirova tomada de elpais.com; de Politkovskaya de eltitazo.wordpress; y de Dink de cmes.com)
3 comentarios:
No hay nada que agregar, tu texto habla por si solo. Lo único que se puede hacer ante esto es aplaudirte largo y tendido y sin reservas.
un abrazo
Me he quedado con tu blog sorprendido, me encanta como escribes, por mucho paro que tenga periodismo, tú vas a vivir de esto, al tiempo :)
Jo, gracias... pero ya vale vivir "de la renta literaria" (que tampoco me daría para mucho XD) He tenido mucho tiempo esto olvidado y tengo que retomarlo YA!!!
Si será por temas....
besos!!!!!!
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