El oasis... (Capadocia, Turquía)

jueves, 5 de agosto de 2010

El regreso


Hace un par de años (casi en otra vida, vamos) solía pasarse por aquí una tal Sofía. Rondaba los veintitantos, era despierta, tan tonta y lista como el resto de los mortales, tan ciega y lúcida como la condición humana permite. Observaba su alrededor (desde la limitada perspectiva que cada uno sustenta), analizaba (para bien o para mal) y, con todo esto, nos relataba su mirada. Por eso, este blog se llamó durante un tiempo "La mirada de Sofía"

Durante sus dos años de ausencia ha llovido bastante. A ratos agua limpia y fresca; otras veces tierra espesa, sucia, como la tormenta que llega de África y cubre España de una capa marronácea, regalándonos un manto de homogénea fealdad. Por lo poco que sé, este periodo ha servido a Sofía para buscarse y no encontrarse (maldito el momento en que uno se encuentra y se ata definitivamente). Las idas y venidas, los viajes (físicos e imaginarios), le han dado la desorientación necesaria para no caer en la cómoda modorra y ahora, me ha dicho, quiere seguir observando el mundo (a ver si con la mirada, como algunos dicen, se puede modificar algo). 

Ayer por la mañana no estaba tan decidida. Había sido una noche larga y bastante prodija en copas, pitillos y otras sustancias repletas de siglas difíciles de memorizar. El sol cegaba la cama desde hacía rato y el gato contribuía al calor desparramando sus tres kilos de pelo persa sobre el colchón. No tener amantes para esto, pensó mientras atizaba  un puntapié al felino, que huyó, no sin antes proferir un buen maullido despechado. 

Se arrastró hasta el baño y hundió la cabeza en el váter, que recibió un abudante caudal de desecho gástrico. Ducha en estos recios episodios matinales, alcanzó su arsenal de pastillas para la resaca, hurgó entre las cajetillas más variadas y alcanzó el blíster de aspirinas: dos para la boca, tragar a palo seco y ¡lista para el arranque!

A ver qué se cuece hoy... es cierto que había prolongado en exceso su periodo de relax y meditación. Ya se había repuesto del mal trago del año pasado y no había excusa para seguir vagueando a costa de penas caducas y dinero familiar. Sin embargo, poco se puede hacer en agosto así que... Había cinco mensajes en su bandeja de entrada. Esperando dar con flyers de alguno de los baretos a los que era asidua, abrió el primer e-mail, "Sin asunto":

We miss you. We hope you are well. Where are you?  

Ella, era ella. Maldita sea. Sofia corrió hacia el retrete y esta vez no eran desechos de alcohol lo que arrojaba, sino recodos de la memoria y remordimientos que había intentado anular. 
Pero no así hay manera, ni es el camino. Sofía sabe que sólo hay una huida del dolor y el miedo, y es hacia adelante, actuando por lo que algún día creyó. Por eso vuelve a la carga, por eso retoma la palabra y el hecho, con todas las dudas, los errores y el fracaso asegurados. Así me lo dijo anoche, ante un vaso de vino, en el bar donde nos conocimos...