Para el próximo 1 de enero, si la resaca lo permite, os invito a salir a pasear un rato a última hora del día (hacerlo por la mañana es inútil, todavía es un 31 de diciembre prolongado más de la cuenta). Este año tuve una Nochevieja tranquilita así que, tras seis horas de sofá frente al televisor, decidí levantar el trasero y darle un poco de aire fresco.
Recorrí el centro de esta ciudad, Sevilla, que a ratos me encanta y a ratos me enerva y me entregué a la tarea contemplativa, buscando señales que revelaran las diferencias de ese Nuevo Año tan celebrado.
Para empezar, el Guadalquivir seguía en su sitio (buena noticia) y siguiendo: Los bares de Triana parecían repletos como un sábado más, las señoras ataviadas con las pieles de visones muertos recorrían la Calle Asunción, cuyos soportales aún albergaban las personas sin casa ni refugio a los que este año, tampoco, les había tocado ninguna lotería. Cerca de estos "homelesses" (o sease, indigentes), vi pasar un par de figuritas de porcelana de metro treinta con cabecitas rubias y calcetines de lino, corriendo y riendo. La mano de un padre en espaviento (figurita de porcelana también, pero de metro setenta), tiró de ellos con cara de "aparta de ese, nene, ¿no ves que te vas a manchar?" Fue esta imagen la que me hizo pensar: de Año Nuevo nada, el calendario es un embustero empedernido, un estafador a sueldo. El 1 de enero de cualquier año abre la puerta de una reproducción cuasi exacta de lo que atrás dejamos, con cambios pequeños en las vidas personales de muchos, eso sí, pero en lo esencial, en lo estructural, todo sigue igual.
Los intelectuales debaten sobre el discurrir de la Historia y el paso del tiempo. ¿Es lineal, en ascendente o descendente, una sucesión de etapas que llevan a la especie humana en una dirección concreta? ¿Circular, una infinita repetición de hechos que nos hacen tener la ilusión de movimiento cuando sólo giramos sobre nosotros mismos? ¿Cíclica, como la economía del capitalismo? (ahora en receso, dentro de quince años en progreso, y así ad infinitum).
Una servidora no tiene mayor idea, pero hay indicios que me hacen sospechar:
1. El 26 de diciembre de 2004 el Tsunami de Indonesia devora gran parte de este país y Sri Lanka, Tailandia e India, dejando un cuarto de millón de muertos. La sociedad se estremece y la gente abre cuentas solidarias en el Santander. Unos nueve años más tarde, el 10 de enero de 2010, un terremoto sacudió Haití, el país más pobre de latinoamérica, dejando un número de muertos no definitivo por la epidemia de Cólera que ya deja más de 500.000 fallecidos (el cólera se puede curar con una simple dosis de antibiótico). Los desastres naturales, fruto de un crisol de circunstancias entre los que se encuentran la nefasta gestión mediomabiental del humano y las condiciones socioeconómicas que hacen más vulnerables a los países afectados, se suceden cada año. Destruyen las vidas de millones de personas, pero la cobertura mediática de cada uno de ellos no parece sino la parodia barata del "suceso" anterior y a la gente, claro está, plim, yo tengo mis uvas para Nochevieja y mantengo el curro, me doy con un canto en los dientes.
2. Esta crisis económica no es más que otro nuevo ciclo del sistema capitalista, se estudia en los libros de economía de bachillerato y no atiende más que a la propia estructura del sistema. Los agentes económicos (bancos, financieras, inversores, especuladores), no hacen sino el papel que les corresponde, tal y como en las crisis del 29 o del 93. Nos recuperaremos, mal que bien, volveremos consumir y a caer y habrá víctimas de todo tipo, menos del propio sistema, que se devora y se alimenta de sí mismo.
3. Más allá en los intervalos de tiempo: el 12 de octubre 1492 Cristóbal Colón, nuestro héroe nacional, alcanzó las Bahamas y describió a quines le recibieron con regalos y honores como "seres salvajes, dóciles, que habrá que civilizar (al tiempo que los esclavizamos)". El 7 de octubre de 2001 y el 20 de marzo de 2003, otro héroe (al final más despechado) inició sus propias cruzadas de guerra-liberación contra Afganistán e Irak para capturar a los malos y civilizar sendas sociedades cuasi salvajes también.
4. De Palestina no hablo porque es un dejá vú constante, pero hierve el recuerdo de los 1.400 palestinos asesinados durante la Operación Plomo Fundido entre el 27 de diciembre de 2008 y el 10 de enero de 2009. Ayer, 1 de enero de 2010, una mujer palestina murió por el gas tóxico lanzado por el soldados israelíes durante una protesta pacífica contra el "muro de la vergüenza".
5. Para terminar (por si tú, lector, aún no odias lo suficiente a la cansina pesimista que escribe estas líneas), tampoco cambia la mentalidad social: cada año que pasa, como el anterior, arrojamos balones fuera sobre las causas de los males que azotan el mundo, sintiéndonos como mayoría una parte de la humanidad que apenas suponemos el 20 por ciento de la población mundial. Miramos a otro lado porque molesta, de verdad, mirarse al espejo e imputamos de todos los problemas existentes a la "necia clase política", por lo fácil que es buscar un cabeza de turco, porque mientras otros "nos dirijan", otros serán los culpables.
Ahora ya sí me odias del todo, porque empezaste el año contento con tus buenos propósitos de dejar de fumar y acudir al gimnasio y, encima, te habías hecho socio de una ONG. Espero que no me guardes rencor (aunque sí el haberte incomodado un poco) y, como yo no soy rencorosa, sí te deseo un
FELIZ AÑO VIEJO.
(PD: Gracias mamá, por ese desliz verbal que me dio la idea para este post, que tampoco dice nada nuevo, por otra parte).