El oasis... (Capadocia, Turquía)

sábado, 24 de mayo de 2008

Tras dos meses en blanco...


Después de dos meses en blanco, Sofía escuchó a un amigo íntimo decir: "Me pongo frente al espejo y pregunto 'quién es ese que está ahí sentado'".

Pues sí, lleva más de sesenta días sin escribir, pero hay que comprenderla. Ha estado perdida, tan alejada incluso del espejo que apenas acertaba a ver el reflejo que creía podía pertenecerle. Como los animales que se piensan perseguidos por su propia sombra, a veces ella temía e intentaba escapar de su
afilada proyección. Sólo de noche, amparada por una oscuridad global que difumina los matices y envuelve a todos bajo el mismo abrigo, se sentía más segura. No tranquila, pero sí segura, extraviada (que no perdida) entre la confusión de las luces artificiales de discotecas y hogares nocturnos que asesinan a las sombran y libran a sus dueños de su incómoda presencia: sin tener que rendir cuentas a su imagen en el asfalto, con la ficticia ilusión de no estar, se creía por momentos impune de todos sus actos, en tregua.

Por supuesto que aquella huida constante era una
cobardía pero ¿quién de nosotros no lo ha sido alguna vez? Todos hemos sucumbido a la necesidad de sentirnos siquiera por un instante "eternamente disculpados", como el imberbe por primera vez etilizado que se repite "estoy en un sueño y, haga lo que haga, hoy no me va a pasar nada".

Es cierto que había perdido en ocasiones el punto de referencia, la ínfima línea que separa lo moral de lo
inmoral, quedándose varada en el limbo exculpatorio de lo amoral. "¿Qué es lo 'amoral'?" Se reprochaba en ocasiones. "Todo lo que no es moral es su contrario; no hay vacíos legales en el comportamiento humano, aunque sí haya trampas en nuestras reglas". Y así, con ese remordimiento ronroneante acompañaba el latido de su cabeza y su estómago en las mañanas de resaca, cuando tenía, desgraciadamente, tiempo para pensar.

Resulta cuanto menos comprensible, pues, que entre huidas y extravíos, noches confundidas en
continuum transcurrir, limbos legales y disertaciones de convalecencias pos-delirantes, Sofía haya descuidado por completo sus obligaciones literarias, su responsabilidad narrativa hacía si misma y hacia algunos pocos más.

Habrá que disculparla, pues con todos lo han hecho alguna vez, pero ella misma se prometió, aquella tarde en que su amigo le confesó no reconocerse, que no volvería a escapar de su sombra, por muy cojonera que en algunos momentos pudiera llegar a resultar.

Y, con su primer escrito, quiso hacer un pequeño homenaje a todos aquellos
fantasmas que huyen de sus reflejos...

Simon and Garfunkel: Homeward Bound en concierto en Central Park. Cuando todos los paisajes se te antojan iguales....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué de tiempo!! Me alegra ver que escribes de nuevo :)

¿Puede ser la línea que separa lo moral de lo inmoral tan ínfima que no exista por sí misma? ...pienso que cualquier intento de verdad es contingente: pero nuestra mera existencia también lo es, así que todo queda en familia. A lo mejor nuestra imagen en el espejo (o en el blog) y nuestra sombra cojonera, aunque relativas, son una buena medida de las cosas. Habra que preguntárselo.
Besos!!

Raúl Masa dijo...

Vaya, te daba por perdida.

Y con lo pequeños que somos y lo grande que es el mundo... como para encontrar a alguien...