El oasis... (Capadocia, Turquía)

lunes, 23 de junio de 2008

Obituario del Periodismo

El Periodismo muere. Lo hace poco a poco, sin que los que rodean puedan apreciarlo más allá de sus ropajes de seda y el envoltorio de lujo cegador que lo acuna: audiencias incontables apostadas frente a los late night en prime time, falsos astros de luz eléctrica perecederos como la energía que los alimenta, fortunas ingentes a manos de figuras casi retóricas por cuanto abstractas, difuminadas e inalcanzables.... convertido, en fin, en un sector prolífico en el tejido empresarial, económico y político (del poder de la élite y no de la polis) pero cuasi yermo en los valores, principios y misiones que un día quisieron conformar su esencia.
Hoy, en concreto, hemos asistido a dos muertes. La primera de ellas, registrada esta mañana en el hospital de la Concepción de Madrid, se ha llevado a un gran Periodista, con mayúsculas. Se trata de Peru Egurbide, corresponsal y responsable diplomático de El País y, según sus compañeros, un hombre humilde, desconfiado, curioso y tenaz. No cursó la licenciatura que en un futuro esperan imponernos como indispensable. En cambio, aprendió la constancia y raciocinio del Derecho y la Economía. No alardeó de su bagaje infinito, valentía y savoir-faire, pero investigó hasta la "imprudencia" a una red de narcos adentrada en Madrid y Galicia, lo que le acarreó sucesivas amenazas de muerte, una advertencia del Ministerio del Interior y su consecuente marcha como "corresponsal camuflado" a Roma.
Como afirma Rosa Gallego Díaz, colega y compañera, "Podía haber sido músico, o directivo de un banco, pero decidió ser periodista". Para aquel que se cuestione "¿y por qué?", la respuesta resucita, sin quererlo, una máxima olvidada: "Siempre quiso ver y analizar las cosas por sí mismo, sin dejarse impresionar ni por autoridades ni por cuentistas".
También hoy, el anuncio de la Guadaña. Con mano ósea y traje azabache, alzó la curvilínea sobre su presa y dictó sentencia mortal. Lo hizo en una redacción, concretamente, en la del todavía (y quizá por poco tiempo) periódico líder en prestigio y ventas del área económica en Estados Unidos: el Wall Street Journal. La Dama de la toga adquirió cuerpo, como lo hiciera en la obra de Saramago, y en esta ocasión eligió uno muy propio para la labor encomendada: Rupert Murdoch, magnate empresarial galáctico, Emperador de un reino mediático que alcanza los cinco continentes. Dueño, entre otros, de la Fox (EEUU), el británico Times y, desde el año pasado, el Journal americano.
Para Murdoch, este diario tenía un problema: era demasiado riguroso, se demoraba demasiado en corregir los textos ("¡hasta 8,3 personas revisaba cada noticia!", se lamentó) y se preocupaba por tener el concepto "prestigio" como valor fundamental. Ante esta dolencia, presentó el pasado mayo ante los redactores del periódico su plan estratégico, recogido por el diario El Mundo:
Los cinco mandamientos del empresario triunfador:
"1. 'No te pasarás editando los textos'. "En este momento, cada historia en el diario está siendo corregida o editada, en promedio, por 8,3 personas. Todo el mundo que ve una noticia dice «qué pasa con esto, qué pasa con esto otro", dijo en mayo.
2. 'Escribirás noticias cortas'. Eso es algo que provoca sarpullidos a los redactores del Journal, porque les parece que es caer a los niveles de 'Financial Times', un periódico que siempre ha tratado, sin éxito, de alcanzar el puesto prominente del diario financiero neoyorkino. Pero Murdoch opina que las noticias eternas que son marca de la casa de The Wall Street Journal no tienen razón de ser: "No hay una sola noticia en la que no puedas meter todos los hechos en la mitad de espacio".

3. 'Buscarás exclusivas'. El Journal ya destacaba, entre otras cosas, por las noticias que levanta, sobre todo en su edición online. Pero eso no es suficiente. Murdoch enfatizó: "tenemos que tener más periodistas donde los necesitamos".

4. 'No buscarás el prestigio'. A Murdoch no le importa demasiado la respetabilidad. En la reunión de diciembre, su mano derecha en 'The Wall Street Journal', Robert Thomson, explicó a la redacción que "es importante ser respetado; pero quedar enterrado en la historia es, ciertamente, mortal".





5. 'Asumirás riesgos'. Sacar más exclusivas, editarlas menos y no preocuparse por la reputación equivale a asumir grandes riesgos. En el primer trimestre del año, el número de rectificaciones en 'The Wall Street Journal' ha crecido un 25% en relación al mismo periodo de 2007. Aunque eso no parece preocuparle a Murdoch. Porque, como dijo Thomson, 'el que se quede quieto, será arrasado'."
A la luz de las circunstancias, cada vez cabe replantearse con más tesón qué entendemos por periodismo y qué estamos dispuestos a hacer bajo dicha etiqueta. Yo, de momento, igual me meto en esto de la música, como Egurbide. Así, de paso, voy ensayando un bonito Requiem.

martes, 10 de junio de 2008

Liberalizando la compra-venta de personas



... Si levantaba el vaso a la altura de su rostro y fijaba bien la mirada, podía ver sus ojos reflejados tras la escarcha dorada que se formaba en el cristal, gélido; un atractivo anticipo del frescor amargo que recorrería su garganta tras el prolongado sorbo de la esencia de cereal. Empecinada en reconocer su imagen, los ojos tercos clavados en el tubo de cerveza, y ajena a lo que Pedro le decía al otro lado de la mesa, Sofía penetraba con las pupilas más allá del líquido espeso y espumoso en su superficie, y casi podía rememorar, por un instante, aquella imagen de albero tupido de la sabana africana...

- Y claro, me hablas de proteger los mercados del Tercer Mundo, pero si quitamos los subsidios a los agricultores españoles... ¿de dónde sacas esa cerveza que te estás tomando por un euro? ¿Eh Sofía?... ¿Sofía?... ¡SOFÍA, QUE ESTÁS YA BORRACHA O QUÉ!!

Las cebras, los leones y los elefantes se fueron en estampida, de su memoria, del vaso de cerveza.

- Maldita sea Pedro, no estoy borracha. Estaba pensando en lo que tú decías acera de... - "recoge la última palabra que has escuchado, Sofía"- la cerveza, que eso de a un euro lo verás tú en tu casa, o en donde Zapatero toma el café, porque aquí nos ha costado un euro veinte, chaval.
Y en cuanto a eliminar barreras al libre mercado, te parecerá estupendo cuando se trata de mercancías, de objetos inertes, pero.. ¿y cuándo lo que se liberaliza es el mercado de las personas? ¿Cuándo la venta de seres humanos no está controlada por legislación alguna, sino sujeta a la mera negociación de los empresarios?

Pedro la miró perplejo... Se le ha ido la olla.

- ¿Y si ya no hablamos de las personas del Tercer Mundo, sino de la venta de seres de los países llamados "ricos", de ti y de mí? - ella ya lo había hecho: había clavado su mirada incisiva más allá del rostro de su contertulio.

- Sofía.... la esclavitud fue abolida hace décadas...

Ella soltó una risa triunfal. De momento, lo había llevado a su terreno. Lo había colocado en la posición exacta para asestarle el golpe directo a su reflexión.

- Compra y venta de personas. Me refiero al trabajo Pedro, a los contratos laborales, a lo que todos suscribimos cuando queremos ganar pasta y que están sujetos a unas determinadas condiciones sociolaborales.

- ¡Coño Sofía! Y qué tiene que ver eso con la liberalización...

El estruendo de un golpe interrumpió su conversación. Giraron ambos la mirada hacia la fuente del sonido: la mano de una chica joven, iracunda, se aferraba a la superficie de la mesa. La tensión reflejada en sus músculos se prolongaba desde el antebrazo hasta los hombros, la espalda quebrada sobre el mantel, y una mirada de odio profundo que transmitía a la vez la impotencia naciente de sus labios, temblorosos y apretados entre sí.

- ¡Y un carajo voy a trabajar tres días seguidos! ¡Sesenta y cinco horas a la semana de media! No somos bestias de cargas Rosa... ni las bestias tienen estas condiciones...

La joven de la voz quebrada iba ataviada con una bata blanca, de médico, que se abría desde la cintura, dejando ver el pijama verde que caracteriza a los operarios de esa profesión. Sofía y Pedro intentaron observar más allá del cansancio de sus ojos. Serían las doce del mediodía de un sábado cualquiera, y el café casi azabache que se posaba frente a la muchacha era un fiable indicio de que aquella noche, una vez más, la había pasado de guardia.

- Sandra, cálmate - su compañera, igualmente ataviada, intentaba calmarla - Aún no se ha aprobado definitivamente la directiva. De momento tenemos que esperar y, luego, veremos qué deciden desde el Sindicato.

Sofía sabía perfectamente que tenía ante sí el mejor ejemplo de lo que le estaba explicando a Pedro. De cómo los Ministros de Trabajo de la Unión Europea acababan de aprobar una propuesta legislativa para eliminar la restricción de mantener la semana laboral en 48 horas como máximo. Si el Parlamento Europeo aprobaba la directiva, todos los países miembros podrían modificar la legislación para ampliar la semana laboral a 60 horas en general ya 65 horas en trabajos determinados, como los médicos.

- Ello elimina la protección que la legislación garantiza a los trabajadores - explicaba Sofía a Pedro - porque deja que el horario laboral se decida, hasta esos límites, "de manera libre" entre los trabajadores y el empresario".

- Vamos, que será el empresario quien dirija la batuta, tal y como están las cosas - su "liberal" amigo por fin había apoyado por una vez la visión de Sofía.

- Exacto. Y elimina un derecho social (el de las 48 horas semanales) que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) había logrado hace 91 años. Un retroceso en materia de derechos civiles Pedro. Y todo va en la misma línea: restar presencia del Estado en las decisiones del mercado.

(Y repitió su argumento de arranque): Cuando se trata de mercancías, está bien. Pero cuando hablamos de personas....

miércoles, 4 de junio de 2008

"Nos hemos equivocado"


"Estamos en el siglo XXI. Sabemos que podemos alimentar el planeta. Y, en cambio, cada 30 segundos un niño muere de hambre. Y, en cambio, cada día 25.000 personas pierden la vida por desnutrición. Nos hemos equivocado"

Estas palabras, pronunciadas por el presidente francés, Nicolás Sarkozy, encabezaban el artículo de prensa que Sofía blandía ante los ojos de su compañero de pupitre. Pertenecían al discurso con el que el jefe de Estado galo había comenzado su participación en la "Cumbre sobre Seguridad y Cambio Climático" que había reunido a cincuenta líderes mundiales en Roma para buscar una "salida a la crisis".

-"Zapatero y Sarkozy entonan el mea culpa". Nuestro presidente entrega 500 millones de euros a la ONU para "ayudar a los países más pobres" mientras que el francés se erige como cabeza visible de una nueva lucha internacional contra el "crimen del hambre" -- Sofía combinaba las frases sueltas del papel con sus propias disertaciones-- Pura hipocresía. Además de ser obvio que esto va a quedar en papel mojado ¿pretenden ahora obviar que gran parte de la responsabilidad de esta situación viene del propio Occidente?


- Ya estamos con el manido "complejo de culpa" --respondía Pedro, economista fiel seguidor de las teorías de Keynes y admirador de figuras como Jean-Claude Trichet (presidente del Banco Central Europeo) o Rodrigo Rato (antiguo director del Fondo Monetario Internacional). -- El tiempo que has pasado en África te ha afectado las luces, Sofía. No puedes reducir todas las causas de una crisis múltiple a la mera política de los países occidentales. De sobra sabes que, en esta subida internacional de los precios, intervienen otros muchos factores, como la emergencia de nuevos imperios como China. La ecuación es sencilla: más bocas que alimentar, más demanda e igual oferta... pues no hay para todos y los productos se encarecen.

- ...Sí, lo sé. Y el encarecimiento del petróleo (si sabíamos que la culpa de todo la tiene Ahmadineyad) --ironizó ella-- que aumenta los costes de producción, y las sequías e inundaciones, que han destruido cosechas y mermado la oferta de productos básicos procedentes de Canadá o China, o las limitaciones a las exportaciones de arroz en este último país.... No me salté la clase de economía Pedro, ¡todos estos factores los conozco!

- Entonces, no hables de "hipocresía". Hay una desequilibrio entre los países ricos y pobres, y los que tenemos fondos intentamos compensar esta situación. Sarzkozy ha dicho que va a invertir 1.000 millones de euros en África en los próximos cinco años, ¡en tu querido continente! Se trata de incentivar la economía de esos Estados, y en ello intervienen el FMI, el BM, la ONU...

- ¡Invertir! Tú lo has dicho -- el dedo puntiagudo de Sofía se clavaba sobre la frente de su amigo, recalcando cada sílaba de esta palabra-- ¡No regalar, ni donar! ¿No sabes que tras las inversiones hay réditos, beneficios, y tras los préstamos, intereses? ¿Acaso desconoces que el dinero que se presta a los países en concepto de "ayuda" les genera una deuda descomunal? Para 2005, España tenía pendiente recaudar 9.800 millones de euros de países pobres, de los cuales casi 5.000 habían sido generados por los Fondos de Ayuda al Desarrollo (créditos concebidos para favorecer la expansión internacional de las empresas españolas y para fomentar políticas de desarrollo en los países empobrecidos).

...Occidente nunca regala. Y las deudas que el Tercer Mundo son la mayor traba para su crecimiento.

- Invertir es revitalizar... en España el sector inmobiliario se mata por plasmar esa palabrita --devolvía las incisiones con su índice en la cabeza de Sofía-- en cualquiera de sus papelitos...

Mil veces le habían dicho que, para ser más convincente en las discusiones, debía mantener la calma (para evitar el riesgo de quedar "como una chillona sin sentido", le decían) pero no podía evitar "calentarse" en ciertas discusiones. No era enfado; era "poner sentimiento al asunto", como decía ella).

- ¡Además! --se levantó de un salto mientras escudriñaba la sonrisa condescendiente de su compañero de litigio-- Lo que hemos mencionado (carestía del petróleo, falta de oferta, nuevas demandas de alimentos..) no son más que factores coyunturales, que afectan, pero que son anexos a la cuestión neurálgica. Lo que está ocurriendo es una consecuencia derivada de la lógica del propio sistema capitalista. La crisis es estructural, no coyuntural.

- Ya estamos con la postura antisistema...

- ¡No soy antisistema y lo sabes! El capitalismo, moderado, controlado y supervisado por el Estado es el... menos malo de los sistemas -- y sonrió ante el brillo de satisfacción de su keynesiano amigo.

Pero esto no ocurre en la actualidad -- aprovechó ella la calma para seguir su exposición-- La estrategia occidental ha sido dejar todo el control del mercado y la economía a la conocida ley de la oferta y la demanda. Comprar, vender y sacar beneficios. Sin más regulaciones. Y el sistema capitalista (la 'mano invisible') tiene una tendencia inherente a la voracidad, a la avaricia de perseguir beneficios. Por ello, un exceso de inversiones descontroladas, a veces (muy frecuentemente) por encima de las posibilidades reales, acaba provocando colapsos como el actual.

- Y la solución es... --años de amistad habían enseñado a Pedro a dejar a su buena colega disertar según su ritmo.

- Pues eso, una regulación (auténtica) por los Gobiernos. Y no poner parches a corto plazo como se pretende hacer en la actualidad. Un ejemplo del hambre insaciable capitalista: ¿sabes que una de las causas del extremado aumento de precios de productos básicos es que se está especulando con ellos? Ante la caída de rentabilidad de otras inversiones, hay fondos (como el japonés Diawa) que invierten en productos agrícolas (trigo, maíz, soja...) aprovechando el alza de sus cotizaciones. Se compran cosechas a futuros (¡como las hipotecas!) y de esta manera, los precios se incrementan cada vez más, sin que haya un consumo real de éstos.

- Vamos, un Dow Jones del cereal... -- Pedro sonrió ante su propia ocurrencia.

- ¡Exacto!

- Anda, que el mundo está loco... Vamos, que te invito a una cerveza; tanto hablar de cereales...

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