El Periodismo muere. Lo hace poco a poco, sin que los que rodean puedan apreciarlo más allá de sus ropajes de seda y el envoltorio de lujo cegador que lo acuna: audiencias incontables apostadas frente a los late night en prime time, falsos astros de luz eléctrica perecederos como la energía que los alimenta, fortunas ingentes a manos de figuras casi retóricas por cuanto abstractas, difuminadas e inalcanzables.... convertido, en fin, en un sector prolífico en el tejido empresarial, económico y político (del poder de la élite y no de la polis) pero cuasi yermo en los valores, principios y misiones que un día quisieron conformar su esencia.
Hoy, en concreto, hemos asistido a dos muertes. La primera de ellas, registrada esta mañana en el hospital de la Concepción de Madrid, se ha llevado a un gran Periodista, con mayúsculas. Se trata de Peru Egurbide, corresponsal y responsable diplomático de El País y, según sus compañeros, un hombre humilde, desconfiado, curioso y tenaz. No cursó la licenciatura que en un futuro esperan imponernos como indispensable. En cambio, aprendió la constancia y raciocinio del Derecho y la Economía. No alardeó de su bagaje infinito, valentía y savoir-faire, pero investigó hasta la "imprudencia" a una red de narcos adentrada en Madrid y Galicia, lo que le acarreó sucesivas amenazas de muerte, una advertencia del Ministerio del Interior y su consecuente marcha como "corresponsal camuflado" a Roma.
Como afirma Rosa Gallego Díaz, colega y compañera, "Podía haber sido músico, o directivo de un banco, pero decidió ser periodista". Para aquel que se cuestione "¿y por qué?", la respuesta resucita, sin quererlo, una máxima olvidada: "Siempre quiso ver y analizar las cosas por sí mismo, sin dejarse impresionar ni por autoridades ni por cuentistas".
También hoy, el anuncio de la Guadaña. Con mano ósea y traje azabache, alzó la curvilínea sobre su presa y dictó sentencia mortal. Lo hizo en una redacción, concretamente, en la del todavía (y quizá por poco tiempo) periódico líder en prestigio y ventas del área económica en Estados Unidos: el Wall Street Journal. La Dama de la toga adquirió cuerpo, como lo hiciera en la obra de Saramago, y en esta ocasión eligió uno muy propio para la labor encomendada: Rupert Murdoch, magnate empresarial galáctico, Emperador de un reino mediático que alcanza los cinco continentes. Dueño, entre otros, de la Fox (EEUU), el británico Times y, desde el año pasado, el Journal americano.
Para Murdoch, este diario tenía un problema: era demasiado riguroso, se demoraba demasiado en corregir los textos ("¡hasta 8,3 personas revisaba cada noticia!", se lamentó) y se preocupaba por tener el concepto "prestigio" como valor fundamental. Ante esta dolencia, presentó el pasado mayo ante los redactores del periódico su plan estratégico, recogido por el diario El Mundo:
Los cinco mandamientos del empresario triunfador:
"1. 'No te pasarás editando los textos'. "En este momento, cada historia en el diario está siendo corregida o editada, en promedio, por 8,3 personas. Todo el mundo que ve una noticia dice «qué pasa con esto, qué pasa con esto otro", dijo en mayo.
2. 'Escribirás noticias cortas'. Eso es algo que provoca sarpullidos a los redactores del Journal, porque les parece que es caer a los niveles de 'Financial Times', un periódico que siempre ha tratado, sin éxito, de alcanzar el puesto prominente del diario financiero neoyorkino. Pero Murdoch opina que las noticias eternas que son marca de la casa de The Wall Street Journal no tienen razón de ser: "No hay una sola noticia en la que no puedas meter todos los hechos en la mitad de espacio".
3. 'Buscarás exclusivas'. El Journal ya destacaba, entre otras cosas, por las noticias que levanta, sobre todo en su edición online. Pero eso no es suficiente. Murdoch enfatizó: "tenemos que tener más periodistas donde los necesitamos".
4. 'No buscarás el prestigio'. A Murdoch no le importa demasiado la respetabilidad. En la reunión de diciembre, su mano derecha en 'The Wall Street Journal', Robert Thomson, explicó a la redacción que "es importante ser respetado; pero quedar enterrado en la historia es, ciertamente, mortal".
5. 'Asumirás riesgos'. Sacar más exclusivas, editarlas menos y no preocuparse por la reputación equivale a asumir grandes riesgos. En el primer trimestre del año, el número de rectificaciones en 'The Wall Street Journal' ha crecido un 25% en relación al mismo periodo de 2007. Aunque eso no parece preocuparle a Murdoch. Porque, como dijo Thomson, 'el que se quede quieto, será arrasado'."
A la luz de las circunstancias, cada vez cabe replantearse con más tesón qué entendemos por periodismo y qué estamos dispuestos a hacer bajo dicha etiqueta. Yo, de momento, igual me meto en esto de la música, como Egurbide. Así, de paso, voy ensayando un bonito Requiem.