Iyi aksamlar, nasilsiniz?
La habitación se llenaba de humareda (no de Nargile --cachimba-- sino de Wiston al más puro estilo occidental), la música en pm3 tronaba desde el portátil y los vasos de çai iraquí se mantenían temblorosos entre media docena de pies brincando sobre la moqueta al ritmo del rap kurdo que, por supuesto, también sirve para bailar el halay. El tema que sonaba pertenece a 'Serhado', un joven kurdo que edita desde Alemania las canciones que llegan hasta sus compatriotas en el sudeste de Turquía. Ayer, en nuestro apartamento de la cuarta planta de un bloque situado junto a la Universidad de Gaziantep, los golpes hiphoperos de 'Serhado' lo inundaban todo. A su son, cuatro personas entrelazaban sus meñiques y contraían sus troncos en un vaivén continuo, formando el aro giratorio que caracteriza el halay, o danza kurda tradicional. Con pasos indecisos y movimientos descoordinados, yo participaba como una más de un baile que, además de festivo, sirve como elemento de reivindicación de la nación kurda.
Los kurdos constituyen la segunda etnia más importante de Turquía (donde la turca es la predominante y dominante en el Gobierno central de Abdullah Güll y Receep Tayip Erdogan, Presidente y Primer Ministro respectivamente de la República). Aunque están dispersos por todo el país, se concentran principalmente en la parte sudeste y este de la península, en la zona que se extiende hacia la derecha del río Éufrates hasta las fronteras con Siria, Irak, Irán y Armenia. Estos países también están habitados por una nación que se estima alcanza los 37 millones repartidos por todo el mundo.
En Gaziantep, donde yo me encuentro, han inmigrado numerosas personas desde las ciudades más orientales (con Diyarbakir a la cabeza) para estudiar en su universidad o trabajar en las industrias que proliferan por la zona y que han convertido a la ciudad en el motor industrial de la región (enriquecida a costa de su industria textil, exporta su producto estrella, las alfombras, por todo el país y fuera de las fronteras).
Una vez insertos en la economía y cultura local, kurdos y turcos conviven, en algunos casos con mayor facilidad que en otros. En la Universidad, puedo observar cómo profesores turcos intiman perfectamente con alumnos de la otra etnia, con quienes traban amistad e intercambian posiciones, eso sí, sin profundizar demasiado en cuestiones políticos, objeto de eterna controversia (la política irriga todo en Turquía, es un elemento esencial).
Sin embargo, en la historia de kurdos y turcos reside un enfrentamiento eterno, histórico, que se transmite de generación en generación. Para opinar y enseñar sobre este tema se requiere un conocimiento del que aún no dispongo, pero en el que profundizaré poco a poco a través de esta pantalla.
Por el momento, voy tomando nociones de esta fascinante historia a través de los retazos de conversaciones que capto en las reuniones entre amigos en los cafés o en las casas (principalmente en la mía). Y de la música, que es aceptada por todos los oídos...