"Los buenos periodistas deben escribir con el corazón y con el cerebro" Herbert Matthews, corresponsal del The New York Times en la Guerra Civil española.
... y el gran periodista, como aquel neoyorkino que acompañó a Hemingway, Gellhorn u Orwell en la Madrid sitiada de la contienda nacional, ha de encontrar la combinación perfecta de racionalidad y ética, de cerebro y corazón. Tarea difícil..... ¿no es así?
Nos encontramos en un mundo donde todo es reflejo de una imagen. Los medios de comunicación, la publicidad, la política... transmiten parcelas de "realidad", discursos construidos que, se supone, nos sirven para comprender qué nos envuelve. Cuanto más lejos está la imagen originaria, más se deteriora en su camino hasta nuestra percepción, a través de los múltiples cristales y espejos por los que es reflejada.
Así conocemos el mundo. Creemos que sabemos qué ocurre en Iran y su conflicto post electoral, en Irak (que todavía existe, aunque los medios de masas hayan hecho silencio en los últimos meses), en Afganistán, en la China o incluso en aquella provincia de nuestro propio país donde un 'suceso' la ha hecho saltar a la parrilla informativa.
En realidad, no conocemos más que la imagen construida a través de un caleidoscopio, una "verdad" hilvanada con prejuicios y generalidades e intereses. Eso nos lleva a creer que todo un país es igual a uno de sus elementos, como (simplificando mucho) si toda España fuera Madrid y toda Francia, París y su orilla del Sena. Es una lástima la de matices que nos perdemos bajo este paraguas homogeneizador.
Por eso escogí Gaziantep para mi Erasmus. Porque a Francia, Inglaterra o Alemania podía irme fácilmente en otra oportunidad, pero ¿y a Turquía? ¿Cuándo podría conocer ese país que puede formar parte de nuestro núcleo cercano que tanto nos afecta?
Y Turquía no es sólo Estambul, Izmir o Ankara. Se prolonga mucho más al este en una franja que, desde el Mar Negro al norte, linda con Georgia, Armenia, Iran, Irak y Siria hasta abrazar el Mediterráneo que nos conecta. Y la pluralidad de mundos que la conforma es bella y compleja al tiempo, tanto, que merece la pena conocerla en persona.
Turquía es un mundo de culturas y contrastes: religión y laicismo, pasado y presente, tradición y modernidad, turcos y kurdos.. Todos forman parte de un 'todo' plural donde cada elemento es independiente y completo y, a la vez, miembro de algo más amplio. Si vives en el sudeste y convives (de "con-vivir" en comunidad) no podrás ni querrás ser ajeno a esta pluralidad.
Como periodista, me han enseñado que debes aproximarte lo máximo posible al hecho, conocer de primera mano en busca de esa verdad y rigor que el receptor merece recibir (y que criticamos cuando no la vemos reflejada en la pantalla). Desde que llegué a Gaziantep, ese fue mi primer objetivo: conocer, ver, comprender y asimilar para después transmitir, comunicar y explicar con la mayor exactitud que mi inexperiencia me pudiera permitir.
A veces, de tanto acercarte puedes quemarte, aunque no siempre sea el fuego de lo justo. No me arrepiento de haberme acercado, aunque me he quemado y estoy pagando el coste de no haber encontrado la mejor manera de hacerlo.
.... Desde que la noticia del juicio salió a la luz, he escuchado voces críticas y apoyos. A estos últimos, mi máximo agradecimiento (de todo corazón) y a las primeras, también, pues las críticas nos ayudan a reflexionar, estudiarnos, analizarlos, descubrir nuestros fallos y afianzar los valores en los que creemos.
En toda esta experiencia, sólo puedo sentirme agradecida por haber tenido la oportunidad de aprender tanto de aquel lugar, de su gente, sus paisajes y sus culturas.
Necesitaba hablar con voz propia. Después de ver mi propio reflejo fragmentado, necesitaba tocar mi imagen originaria.
Gracias por escucharme....