El oasis... (Capadocia, Turquía)

miércoles, 17 de marzo de 2010

"Take away..." y vuelva otra vez mañana

"Use your bag, save your money", me decía la dependienta de unos grandes almacenes al entregarme los pantalones con un guiño cómplice y cálido. Y ha sido lo más lógico que he escuchado desde que he llegado al corazón de occidente. Segundos antes enrollaba el pantalón de chándal (liando la prenda como si de un cigarro se tratara), y me preguntaba si deseaba guardarlo en mi bolso o comprar una de plástico de la tienda. "¿No son gratis?",yo todavía ingenua a estas alturas, vaya tela. "No, cuestan cuatro céntimos". "Pues no es caro, compraré la bo..." Y el guiño, en el momento justo: "Use your bag, girl, save your money". No pude resistirme a esa sonrisa, ni a ese mazazo de la lógica. Así me he venido, tan feliz con mi pantalón de chándal enrollado dentro del bolso. ¡Vaya golpe al sistema!

"Money is money, and bussiness is bussiness!"... Dos calles más arriba, el Director General de una compañía mediana soltaba esta otra lógica aplastante mientras descerrajaba una carcajada ante la hilarante idea de reducir sus precios. Con crisis o sin ella,  la maquinaria debe seguir empujando, y quien no pueda seguir el ritmo, que se baje del carro, que ya vendrán otros a ocupar su asiento.

Esta lógica empresarial, no limitada a Reino Unido (que, por ser desde donde una escribe, sirve para ilustrar anécdotas), está cumpliendo su papel. Pese a la caída económica global, el huracán del desempleo, las “banca rota” (que no ‘bancas’, pues éstas siguen bien enteras gracias al pegamento social), y pese el drama humano vigente, el nivel de consumo ha resurgido tras un breve descanso cual Zenit más que poderoso.

En Londres, las calles siguen llenas, mañana, tarde y noche, de lunes a domingo. Siguen abarrotados los teatros, bares, restaurantes, cines (a precios desorbitados) y nadie duda en tomarse una pinta aunque cueste una buena porción de su sueldo. Los supermercados están repletos de 'take home', comidas precocinadas que emulan manjares caseros y que puedes comprar rápido y comer rápido para volver prontito a la cesta de la compra.

Conscientes de que ritmo veloz equivale a consumo veloz, supermercados y centros especializados de venta adoptan la tendencia de cambiar atención personalizada (que implica necesariamente "personas") por la compra on-line o, en su defecto, por catálogo desde el propio establecimiento. Así funciona una famosa tienda británica de productos electrónicos (y otras variedades): entras, estudias el catálogo, anotas el número, lo entregas en caja y te dan un ticket con el que recoges tu adquisición en taquilla. En total, dos empleados y menos de cinco minutos de trabajo. ¿Para qué queremos más?

Londres es, como el segmento cultural que representa, un cúmulo de contradicciones. Jóvenes de varias generaciones, estatus y orígenes participan con jolgorio en el trepidante rodaje del consumo. Al mismo tiempo, los cines proyectan aún el último film del americano rebelde Michael Moore: “Capitalism, a love story” y debuta en la gran pantalla la nueva estrella del graffiti mundial oriundo de Inglaterra, Banksy. Su película animada se llama, acertadamente, “Exit, through the gift shop”, (“La salida, por la tienda de regalos”). Las pinturas de este artista urbano, que ha dejado de ser marginal, (sine qua non de la expresión underground) rezuman el hedor del desencanto, la decepción, el hastío, con que una gran parte de la población británica (y global) se identifica.

¿Cómo se combinan ambas caras para desembocar en lo que hoy somos? ¿Estamos en una incipiente lucha de clases? Por si acaso, creo que MacDonals ha sacado otro 2x1. Por si las moscas…


*Foto de Banksy. El cartel con el que juegan los niños dice "Prohibido juego de pelotas", un letrero que ya es parte del paisaje de patios, calles y plazas.


5 comentarios:

litospk dijo...

Ya hablamos hace un tiempo tu y yo de lo deleznable que es que ahora H&M o Zara vendan pañuelos "palestinos" ¿Por qué? Pues por la simple razón de que el mercado lo debora todo y si puede embolsarse unos euros a base de pisotear el sentido y el significado de las cosas lo hará sin dudarlo. Es la estupidez de la sociedad vacua y banal donde solo prima lo que lo demás perciben y no lo que es.
Me ha encantado que hayas puesto a Banksy, sobretodo lo paradójico de ese cartel. Algún día hablaremos largo y tendido de los "Prohibido jugar a la pelota". Mi favorito de Banksy es
http://www.pretendgenius.com/uploaded_images/Banksy-GirlWithBombXL-789570.jpg
Gran aporte como siempre. Sigue así campeona
Un abrazo

la fuente de sed dijo...

Son todos tan cívicos...
En los hoteles nos recomiendan que reusemos las toallas para salvaguardar el medioambiente, Nestlé no deja de esforzarse en pos de nuestra salud y el nuevo lema de Media Markt es "Luchamos por ti".
¡Que panda de falsos!

Todo se convierte en dinero. Las emisiones de CO2 se pagan, se valoran economicamente los "beneficios indirectos" de los montes para justificar su conservación...

Si dejamos que el capitalismo siga creciendo acabaremos teniendo hijos si es economicamente aconsejable... o eso pasa ya?

Un besazo enorme.

Sert Taş dijo...

La pregunta metafísica de hoy en día no el ser o no ser de Shakespeare... sino el consumir o no consumir de las grandes marcas.
Principalmente porque nos van programando para pensar que somos lo que consumimos, aunque los productos que compremos -como las palestinas en el Zara- carezcan de su significado real para nosotros y solamente el mero hecho de poseerlos porque es "lo que se lleva" nos convierte en algo dentro del sistema.

Selamlar! Ve öptüm!

adriahna dijo...

Es curioso el trasfondo en el que habéis coincidido todo: la pérdida de significado y sentido inherente al capitalismo. La "mutación" de valores o, más bien, su manipulación por los regidores del Sistema, que convierten ideologías en productos de consumo y moda, les asignan un precio y los colocan en las estanterías, cerquita de la caja para que sean comprados por quienes caen en la tentación mientras guardan la cola.

Sí, es asqueroso (podría ser más sutil, pero no estamos aquí para eso) que Nestlé hable de medio ambiente en los envoltorios de sus chocolatinas fabricadas a base de explotación y miseria. Es vomitivo que el Banco Santande te inste a hacer una transferencia (con comisiones que se embolsan) para "ayudar" a los haitianos y chilenos. Y es repugnante que, con todo, dependamos tanto de ellos...

Gracias por pasaros por aquí, seguimos adelante!!!

Anónimo dijo...

Qué bueno, escribe más!