Dachau es un Auswitch menos conocido para la gente común. Constituye también uno de los lugares de la vergüenza donde el nazismo cometió sus mayores atrocidades. Una sola frase sirve para plasmar lo indescriptible; una sóla escena: "Detrás de la alambrada de espino y de la valla eléctrica, los esqueletos estaban sentados al sol y se registraban en busca de ladillas".
Así introduce Martha Gellhorn en su reportaje,llamado simplemente "Dachau", el horror al que tuvo acceso cuando visitó el campo de concentración recién liberado por soldados norteamericanos. En su recorrido por aquella experiencia, la periodista invita al lector a conocer:
Así introduce Martha Gellhorn en su reportaje,llamado simplemente "Dachau", el horror al que tuvo acceso cuando visitó el campo de concentración recién liberado por soldados norteamericanos. En su recorrido por aquella experiencia, la periodista invita al lector a conocer:
Personas usadas como cobayas a las que literalmente asfixiaban (para comprobar cuánto aguantaría un aviador sin oxígeno); eran sumergidas en agua a dieciocho grados bajo cero hasta la muerte (para averiguar cuánto resistiría un piloto derribado sobre el mar); o castraban (no se sabe bien para qué). La llegada incesante de camiones cuyos pasajeros, hombres, mujeres y niños, permanecían encerrados "donde habían muerto lentamente de hambre, sed y asfixia."
Acompañar a la autora por esos recuerdos significa perder por un monento la noción espacial y visualizar con demasiada claridad cada detalle del escenario y sus habitantes, esas personas "sin ninguna expresión en un rostro que no es más que piel amarillenta y gruesa".
Finalmente, comprendes un poco mejor la frase que concluye el reportaje:
"Dachau me parecía el lugar más adecuado de Europa para oir el anuncio de la victoria. Porque sin duda esta guerra se ha librado para eliminar Dachau y todos los lugares como Dachau, y todo lo que Dachau representaba, y para eliminarlo para siempre".
Los "Dachaus" no sólo no se han eliminado de la faz de la Tierra sino que se han multiplicado. Éste es el pensamiento que te asalta cuando levantas la vista del texto de Gellhorn. Guantánamo, Irak, Darfur, Sierra Leona, Abu Grhaib, Ruanda... Cada uno con distintos motivos, de distinto alcance, con diferentes ejecutores, víctimas y escenarios, pero todos rebosantes de esa misma inhumanidad y ese desprecio por la vida humana.
Los soldados que salvaron a los prisioneros de Dachau y los que "custodian" a los de Guatánamo pertencen y veneran a una misma patria. Pero unos eran héroes ante los ojos de quienes ocupaban las celdas y los otros, sus verdugos.
Lo que quiero transmitir con esta paradoja es la incoherencia entre los valores que se preconizaban ante la batalla de la Segunda Guerra Mundial (acabar con todos los "Dachaus") y la situación actual, plagada de conflictos (en todos de los cuales no se hallan envueltos norteamericanos, cuidado) que bien pueden recrear aquellos campos de concentración.
Las historias de Auswitch, Dachau y otras similares nos conmocionan y remueven nuestras conciencias, ¿por qué no las otras? Acaso la vida de unos valen más que las de otros...
Acompañar a la autora por esos recuerdos significa perder por un monento la noción espacial y visualizar con demasiada claridad cada detalle del escenario y sus habitantes, esas personas "sin ninguna expresión en un rostro que no es más que piel amarillenta y gruesa".
Finalmente, comprendes un poco mejor la frase que concluye el reportaje:
"Dachau me parecía el lugar más adecuado de Europa para oir el anuncio de la victoria. Porque sin duda esta guerra se ha librado para eliminar Dachau y todos los lugares como Dachau, y todo lo que Dachau representaba, y para eliminarlo para siempre".
Los "Dachaus" no sólo no se han eliminado de la faz de la Tierra sino que se han multiplicado. Éste es el pensamiento que te asalta cuando levantas la vista del texto de Gellhorn. Guantánamo, Irak, Darfur, Sierra Leona, Abu Grhaib, Ruanda... Cada uno con distintos motivos, de distinto alcance, con diferentes ejecutores, víctimas y escenarios, pero todos rebosantes de esa misma inhumanidad y ese desprecio por la vida humana.
Los soldados que salvaron a los prisioneros de Dachau y los que "custodian" a los de Guatánamo pertencen y veneran a una misma patria. Pero unos eran héroes ante los ojos de quienes ocupaban las celdas y los otros, sus verdugos.
Lo que quiero transmitir con esta paradoja es la incoherencia entre los valores que se preconizaban ante la batalla de la Segunda Guerra Mundial (acabar con todos los "Dachaus") y la situación actual, plagada de conflictos (en todos de los cuales no se hallan envueltos norteamericanos, cuidado) que bien pueden recrear aquellos campos de concentración.
Las historias de Auswitch, Dachau y otras similares nos conmocionan y remueven nuestras conciencias, ¿por qué no las otras? Acaso la vida de unos valen más que las de otros...
(Imagen extraída de:www.dachau.8k.com)