El oasis... (Capadocia, Turquía)

viernes, 1 de febrero de 2008

Una historia de Kenya (y II)

Sin saberlo, aquellos dos hombres representaban ante Sofía el escenario de la crisis que estaba sacudiendo su país y toda África.

Tal y como afirman los 40 líderes de la Unión Africana reunidos estos días en la vecina Etiopía, el desgarro de Kenya supone una auténtica merma para las esperanzas del continente de los mil rostros. El país, situado en la costa oriental del continente, besando el Océano Índico y muy cerca de las fronteras del codiciado Golfo Pérsico, cuenta con una base de riqueza natural que lo han convertido en objeto de miras de los actores occidentales desde el (auténtico) inicio de la colonización allá por el Siglo XV.

Junto con los países que comparten sus fronteras, (Somalia, Etiopía, Uganda y Tanzania) fue en aquella época punto neurálgico del tráfico de esclavos con dirección a las recién descubiertas Américas. Tras la Conferencia de Berlín, a finales del Siglo XIX, el Imperio Británico se hizo con la zona, y creó unas fronteras (a escuadra y cartabón, como el resto de África) bajo las que agrupó las 80 etnias (que antaño fueron 80 reinos diferentes).

Tras la Independencia, poco a poco Kenya ha evolucionado hasta convertirse en lo que era antes del fatídico 27 de diciembre: una de las economías más sólidas de África. Hoy, con 900 muertos abonando sus preciadas tierras en apenas un mes, el pequeño país (tiene apenas cinco millones de habitantes menos que España) es recibe la atención internacional.

No es baladí que el mismo Secretario General de la ONU, Ban-Ki-Moon, se desplace hoy a la zona para aunar esfuerzos con su predecesor, Kofi Annan, en el intento de solucionar la crisis. O que el Secretario de la Unión Africana, Alpha Oumar Konare, haya dicho en la apertura de la Cumbre:

"Si Kenya arde, no abrá nada para mañana. Kenya era una esperanza para el continente. Hoy, si miras al país ves violencia en las calles. Estamos incluso hablando de limpieza étnica. Estamos incluso hablando de genocidio. No podemos sentarnos aquí con los brazos cruzados".

El discurso mundial apunta a los dos hombres cuyos nombres refieren ambos lados de la guerra: Mwai Kibai (presidente, Kiyuyu) y Raila Odinga (oposición, luo). Sin cesar se escuchan palabras que instan a los líderes a tomar cartas para detener la sangría. Su responsabilidad en esta muerte lenta es constatable. Las voces del pueblo también lo señalan:

"Odinga es el ganador, Odinga es nuestro líder... Kofi, ayúdanos a que gobierne a quien el pueblo votó"- Sofía escuchaba estas palabras que Batwa parecía dirigir hacia el cielo.

"Kibaki nos da la mejora, él es el líder legítimo" - y del otro lado, Abei, antaño su amigo, clamaba el nombre opuesto.

Sofía conocía esta historia. Toda África había sufrido la misma enfermedad: desde el fin del colonialismo, el poder ha agitado las brasas del odio y la ira interétnica en pro de sus propios intereses. Congo, Rwuanda, Sierra Leona.. son todo tristes ejemplos de cómo líderes carismáticos han azuzado una población empobrecida y hambrienta de alimento y esperanza para perpetuarse en el poder o arrebatárselo a su enemigo.

Aunque ahora, espantados tras el desbordamiento de la situación, los dos líderes kenianos aparenten intentar calmar a sus masas, es patente que en su momento las echaron, como perros rabiosos, a las calles. Como a las fieras antes de la batalla, les encendieron el odio en las entrañas con palos, golpes y palabras candentes.

"¡Nos han robado la victoria; el Gobierno era nuestro!" -
gritaba un Odinga exaltado.
"¡Ellos persiguen a nuestras familias, nos asesinan cruelmente!" - denunciaba un Kibabi rabioso, que acusó a su oponente de alentar una limpieza étnica contra los kiyuyu.


Y así, azuzados por uno y por otro, los luos persiguen a los kiyuyu en la zona sudoccidental (en barrios como Kisumu), los kiyuyu responden con lo mismo en la zona central (capital, Nairobi, y su entorno) y todos se matan en la tan codiciada zona del Valle del Rift (donde los kalenjin, la tercera etnia, son mayoría).

1 comentario:

Raúl Masa dijo...

Jejeje, creeme que supuse que podría tratarse de un símil. Pero no las tenía todas conmigo.

Lo cierto es que es muy chulo, y sí, al igual que el libro que me encanta.
Es un relato muy curioso.

ÁFRICA... da tanto respeto con solo nombrarlo que por eso muchos de nuestros dirigentes ni lo nombran.

Pues nada, aquí tienes a un fiel lector de estos temas (que por cierto me interesan) que entre ratos de estudio y lectura entontraré el momento para irme a esos lugares.

No sé si conoces un libro titulado "La maldición del brujo-leopardo". Es literatura juvenil, pero es realmente bueno. Ambientado en el Congo... sensacional.

Pues nada, hasta la próxima.

Saludines