El oasis... (Capadocia, Turquía)

lunes, 23 de marzo de 2009

Una crisis en la chistera



Ayer fui con un amigo a ver un espectáculo de magia. Era la primera vez que lo hacía, pues antes no me hacía gracia la idea de saberme engañada y aplaudir por ello. Pero ¡sorpresa! acabé enganchada una hora y media ante el desfile de ilusionistas, hipnotizada por el vaivén de juegos y trucos y su armonía embelesadora de miradas y palabras. Pasé de afanarme en intentar descubrir la "trampa" a agradecer no saber la artimaña, y a disfrutar de creerme rodeada de "magia" sin escepticismos.


"El espectador debe poner de su parte para disfrutar del juego", nos explicó el más veterano de los magos. "Porque el momento de magia dura apenas un segundo, aquel en el que se hace visible lo que crees imposible. Todo lo demás, el rato previo, es puro espectáculo, que puedes disfrazar de lo que quieras: de drama, de humor, de intriga..." El público, en un contrato mudo, acepta entrar en el juego, ser engañado por el artista y, es más, se siente estafado si descubre el truco.

Es curioso, pero obviamos la cantidad de magia que nos rodea a diario. La más evidente de todas, por lo llamativo de su revelación, es la que rodea el sistema bancario, financiero y bursátil. ¡Nada de espavientos! Banca, bolsa y activos son carnaza de chistera, pero no nos hemos dado cuenta hasta esta crisis económica que ha desvelado la carta oculta en la manga.

El mecanismo de Wall Street o el Ibex 35 se asemejan a cualquier magia de cartas. En el parqué bursátil, ojos audaces persiguen valores que suben, bajan o cambian de posesión, movidos por la 'mano invisible' keynesiana. Pero esta mano, al igual que la del mago que controla la baraja, está dirigida por un motor que la impulsa (el de los especuladores y otros "genios de la ilusión financiera").

Y la ilusión es, a fin de cuentas, lo que hace funcionar el juego. La fe de inversores que pagan y adquieren el tangible que no palpan, la cifra que no es moneda y el activo abstracto. Ilusión sobre batuta de mago, que hipnotiza al espectador-participante para que compre sobre el fondo que no posee y se entrampe con una promesa de "magia" que, como el ilusionista, se puede esfumar en el aire.

Si el inversor pierde la confianza, abandona, con su dinero, el parqué. Y magos y brokers se marchan llorando a sus casas, y los valores caen como castillos de naipes.

Pero así es la ilusión, tal como se pierde, se recupera. Sólo una hora después de que Obana anunciara su plan de Compra de activos "tóxicos" a la banca, el índice norteamericano Dow Jones subió un 4% por la fe renacida de los inversores. De nuevo, en plena crisis, el espectador se aviene al juego.

Y los magos, claro, se frotan las manos. Porque es curioso ver cómo no hay límites en esto de la ilusión cuando se sabe de buena hipnosis. Asustado de parecer "socialista" ante el público y de traicionar al sistema capitalista (de "no intervención estatal"), Obama vendió la idea de que las privadas participarían en la compra de los activos "feos" (licencia de autora).

Obvió que sólo pondrían un 6% del pago, que el resto lo aportan la Corporación Federal de Aseguradoras de Depósitos (FDIC), creada para la acción, y el Departamento del Tesoro. Además, si el valor comprado da beneficios, el inversor privado se queda la ganancia, pero si el valor cae, el inversor se marcha a casa tranquilo y el Estado asume las pérdidas.

Es curioso que nadie clame contra esta socialización de pérdidas y privatización de las ganancias. Pero claro, malabares y retórica mediante, el espectador hipnotizado no repara en ello, y sigue entrando al trapo. Digo... comprando, comprando.

n.a: la foto no viene al cuento demasiado, porque Obama es quien tendría que haber salido, pero es que estaba tan graciosa... La he sacado de http://www.el-apeadero.com/showthread.php?t=15337

miércoles, 18 de marzo de 2009

De luces y sombras


La vida es un gran metarrelato que escribimos a base de acciones. Como cada novela, está llena de metáforas que apuntan a nuestro argumento. La capacidad de distinguirlas y darles forma es la cualidad del literato, 'sólo' eso (y qué difícil es la mayoría de las veces..)

Acabo de terminar "Un hombre en la oscuridad", la última de Paul Auster, en la que el protagonista redacta los últimos capítulos de su vida en la clarividencia del insomnio. Ahora, en las penumbras del desvelo, escribo yo el mío (no el último, sólo uno intermedio) y lo hago como él, mentalmente.

Es curiosa la simbología de la Luz en torno al ser humano. El hombre salió de las tinieblas gracias al fuego; el sol emerge cada día permitiendo la vida, el fin de la oscuridad, el germinar del alimento.

Luz y calor forman el elemento de adoración nuclear de nosotros los primates. Así lo explica Zeitgeist, un documental que, a ratos profético, casi apocalíptico, es revelador en algunas de las metáforas vitales esenciales.

Cuenta básicamente que la historia de la Humanidad es una gran metáfora donde unos pocos duchos autores definen el argumento y los demás somos meros actores de reparto. Lo mismo que "Un hombre en la oscuridad".

Al final, todo se reduce al binomio Luz y Sombra, Inteligencia VS Obturación, Verdad contra Mentira.

Si sólo estuviésemos dispuestos a coger el boli y escribirnos a nosotros mismos...