El poeta escribía a la luna tras los barrotes de su celda y, de alguna manera, soñaba sentirse libre. El cantante clamaba que no importaba que le cortaran las piernas, siempre tendría su voz para gritar una idea. El niño, encerrado en su cuarto a la luz mortecina del flexo, pintaba lo que no explicaban las cobardes palabras.
Alguien dijo que el arte nos hace libres. Nos libera porque rompe muros y traspasa fronteras, porque está tan dentro de nosotros, nos pertenece tanto (o le pertenecemos tanto) que no hay fuerza externa que lo pueda mutilar, por muy poderosa que sea.
Donde un idioma nos separa, una melodía nos une; y no hay mayor victoria de la humanidad sobre el pesimismo que la fusión de dos cuerpos vibrando bajo un mismo acorde, sin importar la religión, la lengua, la ideología ni ninguna de esas otras creaciones sociales causantes de tanta discordia. Ese es el poder de la belleza, que arrasa, que conmueve, que no se puede resistir.
El cine de Bhaman Ghobadi es arte, es política, es amor por la libre expresión y es una belleza que a veces desgarra por la crudeza de historias que no se pueden limar con medias tonalidades. Como las que se narran en “Las Tortugas también vuelan”, el film que se proyecta este jueves dentro del Ciclo de Cine del Centro de Acogida de Refugiados.
En ella, el director kurdo iraní se traslada a una población del Kurdistán iraquí en la frontera con Turquía, durante los días previos a la invasión estadounidense en 2003. Este triángulo de situaciones refleja el drama doble del pueblo kurdo encajonado en un Irak pre bélico.
Ghobadi no necesita efectos especiales, música desgarradora ni silencios tronadores para arrollar al espectador con la fuerza de un obús imparable. Se basa en la realidad, y nada más. En la veracidad de sus recreaciones, del vestuario, de los paisajes. No es que busque “escenarios veraces”, es que graba y presenta la realidad. Con algunas excepciones (si las hubiera), es conocido que el director kurdo no utiliza actores, sino personas del entorno que describe.
Por eso los ojos de Agrin, la niña protagonista de “Las tortugas también vuelan”, muestran la mirada vidriosa de quien ha visto sencillamente demasiado. Por eso la película se clava de lleno en las entraña, porque el espectador no percibe ese halo de ficción que pone la distancia y nos salva de sentirnos afectados. Esa ‘magia del cine’ es la que rompe, a consciencia, Ghobadi. Porque para eso escribe, graba y dirige: para soñar con la libertad que la cruda realidad le coarta.
“Las tortugas también vuelan” se podrá ver, gratis, el próximo jueves 19 de noviembre, a las 18.00 horas, en los Cines Los Arcos, Sevilla.