"Tengo miedo. No puedo evitar que este sentimiento me taladre el cráneo y se instale en mi cerebro haciéndose huésped eterno de mi cabeza, hablándome día y noche, día y noche. Me avisa de los peligros que acechan nuestras vidas, nuestra patria. El riesgo está presente por doquier, los peligros vienen de todas partes. Estamos rodeados de enemigos que quieren acabar con nuestro país, la envidia de todos por ser el mayor ejemplo de democracia consolidada y desarrollo económico. ¿Por qué si no en los países árabes los jóvenes gritan “muerte a EEUU” mientras queman nuestras banderas? Quieren acabar con nosotros.
Hay enemigos en cada rincón que nos rodea. Afganistán con los talibanes; Iraq con las armas de destrucción masiva y el apoyo a Al Qaeda (menos mal que quitamos a ese tirano y llevamos la democracia; agradecidos nos tendrían que estar en lugar de lanzarnos bombas); ahora Irán con el arsenal nuclear que está construyendo…
¿Cómo quieren que durmamos tranquilos? El mundo nos odia. Quiere acabar con nuestra nación. Ya lo avisa George Bush, y los militares y la CIA.
Por eso yo no salgo, ¿para qué exponerme? Me quedo en mi habitación donde además, como dice mamá, estoy protegido del arma más poderosa, que derriba hasta la defensa más sólida del hombre: el sexo. El mayor de los pecados, por el que vas siete veces al infierno; se haya escondido donde menos lo imaginas: en la chica que espera el autobús, en la joven que se sienta junto a mi pupitre en clase, en la sensual mujer que me vende el periódico por las mañanas…
No hay vía de escape. Todo está regado por el peligro y la muerte. No me siento seguro en ninguna parte. Menos mal que el año pasado, por mi cumpleaños, papá me regaló esta pistola y me enseñó a utilizarla en el club de tiro. La mayoría de los vecinos del barrio la tienen. ¿Qué hay de malo en ello? Todo hombre tiene el deber de proteger a su familia. Ni el pecado ni ningún terrorista chiflado van a entrar en esta casa.
Ahora estoy más tranquilo. Con mi CZ 75 D Compact no puede pasarme nada. Necesito darme un paseo y tomar un poco el aire. Pero me llevo la pipa, claro, ni pensar en salir sin ella.
Virginia no es un mal sitio para vivir. Calles bonitas, buenas tiendas, gente en apariencia decente. Lo malo es que no te puedes fiar de nadie, no te puedes fiar de nadie… Ese tío tiene mala pinta. Con esas barbas, y esa chaqueta ancha, podría llevar explosivos, ya vimos lo que pasó en Casablanca el otro día… Tranquilo… Debo mantener la calma, seguro que esta gente huele el miedo como los perros.
Ahí está
No hay comentarios:
Publicar un comentario