Algunas miradas arrojan un halo de luz sobre la historia de países como el Congo. Su guerra no acabó en 2003.
El poder azuza en pro de su interés el
odio interétnico de la población. Reavivan la rabia visceral y alimentan el miedo y el rencor adherido al elemental instinto de supervivencia.
La población, como siempre, la gran sufridora del conflicto...
...
... sobran las palabras...
(Para ver la noticia en el New York Times, pincha aquí)
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