El oasis... (Capadocia, Turquía)

jueves, 15 de octubre de 2009

Alameda, zona "marginal"


Hay un recinto abarrotado de niños que saltan, gritan, se ríen y corren entre las estructuras de metal y plástico. Sobre el arco de entrada figura un cartel que dice: "Zona de juegos y gimnasia para mayores". Las cosas nunca acaban sirviendo al uso para el que fueron creadas. Así ha sido siempre la Alameda de Hércules de Sevilla. El ejemplo físico, arquitectónico, de que no es tan fácil (como algunos desearan) poner cotas a la actividad social. Que ésta discurre por iniciativa propia, con vida, como la de los seres humanos que le dan cuerpo.

Y eso que la Alameda sabe de distintos usos. A principios del siglo XX formaba parte de lo que llamaron "Sevilla la Roja". Fue, junto a San Luis y la Plaza San Marcos, foco intelectual y activo de progresistas e izquierdistas en sus diversas ramificaciones. Al filo del Golpe de Estado y estallada la Guerra Civil del 36, fue uno de los principales centros de resistencia de aquella Sevilla tan pronto doblegada.

Durante la Dictadura sufrió represión y abandono por parte de un régimen centrado en cultivar los germinales de "su bando". Dicen que con la llegada de la democracia, y hasta hace bien poco, esta pasarela abrazada por Hércules fue refugio de 'prostitutas y drogadictos' y de una 'juventud desperdiciada' entre copas de alcohol barato y otros estupefacientes. De lo primero, no tengo conocimiento. De lo segundo, sí guardo algunos gratos recuerdos de noches eternas en una Alameda de albero y centro asfaltado ("el circulito" de encuentro), donde se montaban timbaladas, risas y copas, con la seguridad de que, allá donde caminaras, encontrarías un rostro conocido con quien compartir la tuya.

Pero aquello molestaba a los vecinos y era impropio de una ciudad "europea". Así que el alcalde socialista de la ciudad optó por dar un nuevo aire al otrora centro 'rojo', luego subversivo y finalmente "depravado" de la capital hispalense.

Cubrió el albero con un estético enlosado en tonos 'tierra' y sustituyó el "circulito" por tres fuentes intermitentes emulando geíseres artificiales. Prostitutas y drogadictos "desaparecieron" (perdón, se 'reinsertaron') y a la juventud alcoholizada se le reservó un "botellódromo" (palabra del alcalde) donde podía ejercer su derecho constitucional a 'envenenarse,' eso sí, sin molestar al vecindario ni dar mala imagen.



Patrullas policiales velaban cada fin de semana por la 'seguridad 'de la Alameda (el resto de Sevilla pasó a un segundo plano, no hay tantos recursos), cumpliendo además una importante labor: el acercamiento entre las fuerzas de orden público y el ciudadano (cuando te ves rodeado por decenas de uniformados, más que acercarte, te alejas, pero el trabajo ya está hecho).

Así, de una zona llamada "marginal" (quizá porque se ubica a un margen del Guadalquivir) se ha transformado en rectángulo integrado en la plena actividad del centro de Sevilla. Lo disfrutan mujeres con sus carritos, niños y perros (no ya tantos de "aguas"). El germen intelectual aún se cultiva, sólo que, en lugar de en aceras, bancos y tascas, en su faceta más cool de restaurantes lounges y cafés-museos donde lo mismo te tomas una cerveza que compras una obra contemporánea o te haces el último corte de pelo in.

Muchos no están contentos con este cambio. Quienes se vieron relegados han comenzado a ejercer, con incipiente éxito, su derecho a utilizar este espacio público. Se organizan conciertos (con autorización gubernamental, ojo, y echando el cierre a las doce), exposiciones y otras actividades que acercan la Alameda al germen que le dio su personalidad: el espíritu de cultura, de expresar, reflexionar, disertar... Y el personal autóctono comienza a pulular, aún tímido, por aquellos rincones antaño reconocibles. Un cuadro genuino nunca está completo sin toda su paleta. He ahí su riqueza.

Uno siempre puede pensar que no es suficiente. Pero, con ello, sin dejar de presionar con iniciativa y propuestas para sacar provecho de un núcleo que es mucho más que su fachada: yazga sobre albero o losa, tenga o no geíseres, árboles o parques infantiles. Basta con asomarse a las calles que le circundan y desde ahí se prolongan. Te acompaña un regusto dulzón de la tradición que se funde con creatividad emprendedora. Hay espíritu, se respira vida. Y toda ella desemboca en la Alameda.

Eso sí. Con todo, los mayores tendrán que esperar a las horas de guardería para usar su zona de juegos y gimnasia.

(Imágenes extraídas de http://www.clubtaurinoelrabo.com/anexo1expojose/anex1exjoweb.htm y http://www.alamedadehercules.com/?page_id=38)


6 comentarios:

Javi dijo...

Muy bueno Adriana, siempre nos quedará una imagen de lo que fue la Alameda; siempre nos quedará la idea de hacer que vuelva a ser lo que era.

litospk dijo...

Por desgracia no conozco el caso, pero Adriana, también por desgracia en Granada tambien ocurren casos similares. Plazas antaño conocidas, con carisma, solera y encanto (quizá por la mierdecilla que allí reposaba) ahora se convierten en zonas chic, cool, in o cualkier otro termino que sea capaz de revolverte el estomago por la estupidez intrinseca al concepto, con farolas modernistas y espacios de diseño sin ninguna utilidad práctica.

Multe dijo...

Tengo un recuerdo muy tierno de la Alameda de Sevilla... fue en las manifestaciones en favor de Casas Viejas. Un grupo de amigos de los okupas se había encerrado en el Centro Cívico que ahí allí, y abajo nos congregábamos unos 30 (quizá más, quizá menos, no recuerdo) que apoyábamos la causa. Entre discurso, aplausos e impotencia, vimos como una vecina del edificio colindante se asomaba a la ventana. Tendría sus 65 o más años, y pensamos que simplemente querría ver aquel circo. Pero la buena señora empezo a vitorear y a apoyarnos desde su pequeño huequito a la realidad, mostrando que estaba a favor de que unos "punkis" antisistema "invadiesen" su barrio con actividades culturales y lúdicas...

Eso es la Alameda.

adriahna dijo...

.... La verdad es que llevo poco tiempo entendiendo qué se cuece por Alameda y por sus alrededores. Pero me ha llevado a conocer una cara de Sevilla que ignoraba, alejada de los tópicos y el folklore que reducen la personalidad de Sevilla a una careta simplista y anodina.

Esta otra imagen, la de lo que realmente se mueve en la ciudad, me ha acercado más al lugar donde nací que 24 años de estancia...

Gracias por hablar :)

(granadino, estás ipso facto invitado a pasarte por Sevilla y conocer de primera mano sus zonas "marginales". Ya sabes dónde encontrarnos XD)

Anónimo dijo...

¡Qué grande!, y que de recuerdos de la Alameda del circulito, cuando no había móviles y simplemente decías "nos vemos en el circulito" y al FUNLCUB, menudo antro, te ha faltado nombrarlo, cambiando al estilo de la peña, desde rockeros a raperos, a modernos y ahora ni idea que hace 3 años que no entro, o ese Brujas que daba la sensación que te podías desplomar en cualquier momento, veremos cuando tengamos 60 años como ha evolucionado. A mi hay dos lugares que me deben una vida: La Alameda y la Universidad de Sevilla xD

litospk dijo...

Encantado de pasarme Adriahna. Aunque aun tengo pendiente convencer a nuestra amiga común para que venga (vengais todo el que querais) a Granada a ofreceros tapillas y cervezas en el Albayzin jejeje.
Un besazo