Editores, directores, analistas, periodistas de a pie y bloggers se lo están pasando pipa escudriñando los resultados de las muncipales y autonómicas de ayer. El aluvión de cifras, porcentajes, tablas comparativas... cae incesantemente sobre unos ávidos comensales que esperan ansiosos de hincarle el diente a los más ínfimos detalles de la jornada electoral.
Los afines al azul-naranja han acariciado el éxtasis por el número de votos conseguido en el resultado global, y alzan el mentón con socarrona sonrisa y mirada de desprecio al contrincante: "Chincha rabiña...vosotros tendréis más concejales pero a nosotros nos quieren más". Los de la rosa no saben muy bien donde meterse, tras el fiasco de Madrid y el descenso de apoyo general. Mantienen alta la tez porque, en definitiva, ganan poder efectivo, pero a nadie se le pasa por alto la caída de votos respecto a los populares y el hecho de que, con una diferencia menor en las municipales pasadas, el PP de Aznar perdió en las generales que las sucedieron. Es día de interrogantes: qué ha pasado, cuál es la causa de esta caída... y El País, cual padre que riñe a un hijo que no ha dado la talla en el último examen, se muestra severo en el editorial que encabeza el periódico de hoy: con una legislatura de economía positiva y medidas de fuerte impacto social, ¿qué factor ha motivado la disminución de seguidores de los socialistas?
La pugna por subirse al podio entre los dos partidos principales ha obviado la presencia de un tercer participante: la baja partipación. Es la tercera mayor abstención en unas elecciones locales desde que se estrenó esta etapa democrática en 1979. No hablamos, por tanto, de cualquier cosa. Sin embargo, las referencias y reflexiones acerca de este factor han sido minúsculas por el momento. Todavía embriagados por el botellón electoral de la pasada jornada, la resaca post juerga no ha dejado lugar en la mente para una reflexión más profunda de los acontecimientos.
Más de doce millones y medio de electores han pasado de "ejercer su derecho a voto" y muchos de los que sí lo han hecho, han lanzado el temido voto en blanco. Ambos porcentajes han crecido respecto al año anterior. Es evidente que algo pasa ¿no? Cuando tal cosa ocurre en otros países, enseguida los cabecillas del cuarto poder lo califican de "fracaso". ¿Gozamos nosotros de un estatus especial, para no ser estudiados con la misma rectitud?
No dispongo del título de analista político; no frecuento las tertulias de Ana Rosa Quintana o Concha Campoy, ni he tenido el placer de sentarme junto a Carles Francino ni César Vidal (para que luego digan que soy partidista...) pero se me ocurren algunos argumentos que expliquen la caída de votos en las urnas: hastío; rechazo de la población a una cansina "doctrina de la crispación" que prima los asuntos "mediáticamente" rentables y obvia los de verdad relevantes; campañas electorales irrisorias.... En definitiva, disponemos en estos momentos de un panorama político caracterizado por la extrema polarización de los dos partidos principales. Con el principal objetivo de conseguir votos y destruir al contrario, se mantiénen aferrados a sus posturas y se guían por la pueril tesis de que apoyar al "contrincante" en un momento dado les resta "masculinidad" y les quita autoridad ante sus seguidores (pensamiento típico del macho tipical spanish). Y la realidad es bien distinta....
Tendrían que castigarnos y hacer como con Hamas y Al Fatah en Palestina; El Sin Feinn y el DUP en Irlanda del Norte: forzar una reconciliación (aunque sólo sea superficial) sólo para demostrar la madurez (humana, ya no digo polícia) de nuestros represantes.
lunes, 28 de mayo de 2007
sábado, 26 de mayo de 2007
Al Jazeera penetra en las entrañas de la batalla del Líbano
La cadena árabe Al Jazeera emitió el miércoles la única entrevista ofrecida por el comandante de Fatah al Islam, esa redescubierta milicia supuestamente vinculada a Al Qaeda que lleva una semana intercambiándose disparos con el ejército libanés en el campo de refugiados palestino Naher el Bared, al norte de Líbano. Las declaraciones son muy breves y se deben observar siempre desde el imprescindible escepticismo, pero no dejan de resultar interesantes (sobre todo por su exclusividad).
Haciendo eco de otras voces emergentes de Oriente Próximo, el susodicho líder sitúa a EEUU detrás detrás del conflicto. Transcribo un fragmento:
"Nosotros entendemos que el ejército ha sido arrastrado a esta lucha por un tercer participante dentro del Gobierno libanés. Este tercer participante persigue el objetivo de implantar el plan americano [...] Algunas partes dentro de la armada libanesa están implicados en este proyecto americano".
Por cierto, que acompaña esta acusación con una especie de advertencia: "Hemos preparado muchos escenarios", suavizada con un "esperamos no llegar a una escalada de violencia".
Pero el valor de la grabación de Al Jazeera reside principalmente en las imágenes que muestra del interior del campamento Naher El Bared. Porque "ojos que no ven, corazón que no siente", se hace imprescindible poner ante las órbitas oculares de la población la otra cara, inerente a todo conflicto: los miles de refugiados que están afectados (una sutileza) por la batalla. Como limitarse a nombrar al centenar de muertos de estos últimos días carece de efecto en una sociedad adicta al impacto de la imagen, habrá que probar suerte con el ataque visual. La tinta no tiene fuerza para transmitir cómo el campamento está completamente destruido
jueves, 24 de mayo de 2007
España también viola los Derechos Humanos ( y II)
La primera denuncia de Amnistía es de por sí suficiente para hacernos agachar la cabeza, pero aún hay más. El drama de la llegada ininterrumpida de inmigrantes a nuestras costas, Canarias principalmente en los últimos meses, posee una vertiente de la que no se habla en los medios de comunicación. La saturación de los centros de acogida y la presión política a la que está sometida el Gobierno por parte de la oposición y la opinión pública (debe actuar rápido para que no se le ataque con el "efecto llamada") han provocado que esté buscando la salida al problema a través de vías que chocan con la legalidad internacional.
Tras la avalancha de inmigrantes a Canarias, se han acumulado las solicitudes de asilo y refugio político. Y no es lo mismo emigrar a un país que solicitar asilo. Quienes hacen lo último, son normalmente personas cuyas vidas corren riesgo en sus países de origen, por motivos religiosos, políticos o de otra índole. Rechazar o denegar la solicitud sin desarrollar el proceso pertinente viola la Convención de Ginebra sobre los Derechos de los Refugiados y el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Y esto es lo que ha hecho el Gobierno español.
Acosado por las prisas y la presión de las elecciones que ya asoman la cabeza, el Ministerio del Interior está ejecutando repatriaciones masivas, con lo que se apunta un tanto frente al electorado. En la última semana, 750 inmigrantes han sido enviados desde Canarias a sus países. Pero en este saco se meten, sin distinguir, tanto personas que huyen de la pobreza como otras que escapan de regímenes bajo los cuales sus vidas corren serio peligro. Así, la mayoría de los "sin papeles" que arriban a Canarias provienen de África Occidental: Senegal (600), Marruecos, Mauritania, Guinea-Bissau...
No hace falta aclarar qué regímenes gobiernan en estos países. No sólo el hambre pone en peligro la existencia de estas personas sino que muchos de ellos son también perseguidos, por motivos políticos, por unos Gobiernos corruptos y dictatoriales que aniquilan a base de cuchillo y pólvora los "elementos molestos" del país. Pero claro, esto no se cuenta cuando se alardea de los inmigrantes repatriados.
Hace unos meses conocí a un inmigrante de Sierra Leona. Se llama Colu y vino a España huyendo de una guerra que había matado a su padre. En este país, del que también llegan pateras que luego son repatriadas, la fiebre del diamante y el dominio de las guerrillas está desangrando a la población: ésta es también la cuna de los "niños soldado" que de vez en cuando aparecen en televisión y nos conmueven hasta las lágrimas.
Estos son los países de los que provienen los inmigrantes que tanto nos molestan dentro de las fronteras. Y nuestra postura es: descubrir sus nacionalidades y lograr un acuerdo con sus países de origen son los únicos requisitos para despacharlos...y nos quedamos tan panchos. Algunos llegarán a casa y tendrán "sólo" el problema de lograr elementos para subsistir. Otros tendrán como bienvenida la guerra, la persecución por parte de sus gobernantes y, quizá, la muerte.
Que Amnistía denuncie una violación del derecho de asilo a estas personas es algo muy serio. Como lo es que condene el acuerdo alcanzado entre España y Marruecos a través del cual se concedan 10´5 millones de euros en ayudas a este país sin poner condiciones sobre los Derechos Humanos de sus habitantes.
Es evidente que la posición del Gobierno español no es nada fácil. Obviamente no podemos hacernos cargo de toda la responsabilidad y gasto que conlleva mantener a cientos de personas foráneas en nuestras fronteras. De acuerdo con que es difícil hayar una solución a un problema que nos supera con creces, pero... ¿y si al menos no cooperásemos abiertamente con regímenes que violan constantemente los derechos humanos?
Por ejemplo, podríamos no haber recibido al dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, ni haber firmado con él un contrato multimillonario por el que sólo aplaudieron (hasta destrozarse las palmas de las manos) los empresarios españoles que se van a hacer de oro explotando las riquezas naturales de este país.
Es lo mínimo que podemos hacer ¿no? Sobre esto no hay excusa.
Tras la avalancha de inmigrantes a Canarias, se han acumulado las solicitudes de asilo y refugio político. Y no es lo mismo emigrar a un país que solicitar asilo. Quienes hacen lo último, son normalmente personas cuyas vidas corren riesgo en sus países de origen, por motivos religiosos, políticos o de otra índole. Rechazar o denegar la solicitud sin desarrollar el proceso pertinente viola la Convención de Ginebra sobre los Derechos de los Refugiados y el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Y esto es lo que ha hecho el Gobierno español.
Acosado por las prisas y la presión de las elecciones que ya asoman la cabeza, el Ministerio del Interior está ejecutando repatriaciones masivas, con lo que se apunta un tanto frente al electorado. En la última semana, 750 inmigrantes han sido enviados desde Canarias a sus países. Pero en este saco se meten, sin distinguir, tanto personas que huyen de la pobreza como otras que escapan de regímenes bajo los cuales sus vidas corren serio peligro. Así, la mayoría de los "sin papeles" que arriban a Canarias provienen de África Occidental: Senegal (600), Marruecos, Mauritania, Guinea-Bissau...
No hace falta aclarar qué regímenes gobiernan en estos países. No sólo el hambre pone en peligro la existencia de estas personas sino que muchos de ellos son también perseguidos, por motivos políticos, por unos Gobiernos corruptos y dictatoriales que aniquilan a base de cuchillo y pólvora los "elementos molestos" del país. Pero claro, esto no se cuenta cuando se alardea de los inmigrantes repatriados.
Hace unos meses conocí a un inmigrante de Sierra Leona. Se llama Colu y vino a España huyendo de una guerra que había matado a su padre. En este país, del que también llegan pateras que luego son repatriadas, la fiebre del diamante y el dominio de las guerrillas está desangrando a la población: ésta es también la cuna de los "niños soldado" que de vez en cuando aparecen en televisión y nos conmueven hasta las lágrimas.
Estos son los países de los que provienen los inmigrantes que tanto nos molestan dentro de las fronteras. Y nuestra postura es: descubrir sus nacionalidades y lograr un acuerdo con sus países de origen son los únicos requisitos para despacharlos...y nos quedamos tan panchos. Algunos llegarán a casa y tendrán "sólo" el problema de lograr elementos para subsistir. Otros tendrán como bienvenida la guerra, la persecución por parte de sus gobernantes y, quizá, la muerte.
Que Amnistía denuncie una violación del derecho de asilo a estas personas es algo muy serio. Como lo es que condene el acuerdo alcanzado entre España y Marruecos a través del cual se concedan 10´5 millones de euros en ayudas a este país sin poner condiciones sobre los Derechos Humanos de sus habitantes.
Es evidente que la posición del Gobierno español no es nada fácil. Obviamente no podemos hacernos cargo de toda la responsabilidad y gasto que conlleva mantener a cientos de personas foráneas en nuestras fronteras. De acuerdo con que es difícil hayar una solución a un problema que nos supera con creces, pero... ¿y si al menos no cooperásemos abiertamente con regímenes que violan constantemente los derechos humanos?
Por ejemplo, podríamos no haber recibido al dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, ni haber firmado con él un contrato multimillonario por el que sólo aplaudieron (hasta destrozarse las palmas de las manos) los empresarios españoles que se van a hacer de oro explotando las riquezas naturales de este país.
Es lo mínimo que podemos hacer ¿no? Sobre esto no hay excusa.
España también viola los Derechos Humanos (I)
Torturas en las cárceles a manos de policías, violación de la Convención de Ginebra sobre los derechos de los refugiados, expulsión de inmigrantes sin valorar el peligro que corren en sus países de origen... Eh aquí un variado menú cuyo chef no es ningún Estado de África, Asia o Europa oriental, sino España. En su último informe, Amnistía Internacional ha dado un buen rapapolvo a nuestro país: aquí también se cometen y toleran violaciones contra los derechos fundamentales de la persona. No es un plato fácil de digerir.
Éste no es el primer toque que nos da Amnistía por el asunto de las torturas. El documento reza que durante 2006 "siguió habiendo informes de tortura y malos tratos a manos de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley". Con esto Epaña viola el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura, que había firmado en 2005 y ratificado el año pasado. También la ONU ha condenado nuestro comportamiento, denunciando algunas medidas del régimen carcelario que aumentan el riesgo de cometer este tipo de prácticas. Una delicatessen que se adereza con el argravante de racismo. Según "SOS Racismo, en uno de cada tres casos denunciados de violencia racista, los responsables eran funcionarios del Estado encargados de hacer cumplir la ley". Ahí llevas el postre.
Éste no es el primer toque que nos da Amnistía por el asunto de las torturas. El documento reza que durante 2006 "siguió habiendo informes de tortura y malos tratos a manos de funcionarios encargados de hacer cumplir la ley". Con esto Epaña viola el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura, que había firmado en 2005 y ratificado el año pasado. También la ONU ha condenado nuestro comportamiento, denunciando algunas medidas del régimen carcelario que aumentan el riesgo de cometer este tipo de prácticas. Una delicatessen que se adereza con el argravante de racismo. Según "SOS Racismo, en uno de cada tres casos denunciados de violencia racista, los responsables eran funcionarios del Estado encargados de hacer cumplir la ley". Ahí llevas el postre.
lunes, 14 de mayo de 2007
Afortunada mala suerte
Vestiré cada día de amarillo, abriré todos los paraguas dentro de la casa y pasaré bajo cada escalera que me encuentre si la mala suerte tiene siempre los resultados que ha mostrado recientemente.
Ella ha sido fiel compañera durante los últimos meses; se trasladó de Sevilla hasta Madrid para acechar latente bajo los arbustos de unos meses repletos de experiencias inolvidables hasta que, incómoda en su inusitada inactividad, se desperezó y, tras desempolvar su oxidado yugo, se afanó laboriosa en la tarea trayendo consigo semanas de importunios, malas noticias y ratos desagradables para mí y los que me rodean.
El pasado miércoles decidí darle esquinazo y, mochila en mano y compañera a la vera, viajé hasta Cáceres para esconderme entre el alboroto de un hasta entonces desconocido festival, el Womad.
Erre que erre, me siguió la muy jodida y, disfrazada de policía local, nos echó a las dos viajeras del único sitio donde podíamos hospedarnos durante los cuatro días que se prolonga la fiesta.
Pero esta vez le ha salido mal la jugada. Lo que intentaba ser un jaque mate de la mala sombra se tornó en pase de pelota para la fortuna, y me ha permitido conocer a gente extraordinaria y saborear pequeños placeres que ignoraba hasta este momento. Lo mejor de todo: descubrir en un variopinto grupo de personas una cualidad común que creía tan extinguida como el Dodo: la generosidad.
Gratitud es pensar que tienes lo mejor del mundo por dormir dentro de un puesto de mercado hippie que durante las noches hace las veces de tienda de campaña, compartiendo colchón de goma espuma con otras cinco personas a las que has conocido la noche anterior cuando te invitaron a Marihuana y licor de café. Sobre todo, claro está, si tu pan inicial era pasar la noche al raso arrullado por la brisa urbana y los cantos de sirena de los borrachos correspondientes.
Cuando no temes despertar por un botellazo o por los orines expelidos por el beodo de turno, entonces te siente agradecida. También, cuando te cuelan de extranjis en un local compartido de cuyos dueños conocen y aprueban tu presencia sólo una tercera parte. Los okupas también tenemos sentimientos.
La absolluta disponibilidad de alguien que deja, siempre que le es posible, lo que esté haciendo para acudir a echarte una mano, eso provoca gratitud. Y ya es el culmen si, encima, te retrata en una sesión fotográfica y te elimina las ojeras y demás efectos secundarios de la fiesta nocturna.
Un golpe de mala suerte se convierte en un reguero cuando los desintegran las personas inmejorables que se cruzan en tu camino.
Oda a la dama de la mala sombra para decirle: jaque mate.
PD: esta entrada va dedicada a la extremeña por excelencia, compañera del pisito de Quevedo. Conocerla a ella también fue fruto de la mala suerte. De nuevo, gracias a ésta.
Ella ha sido fiel compañera durante los últimos meses; se trasladó de Sevilla hasta Madrid para acechar latente bajo los arbustos de unos meses repletos de experiencias inolvidables hasta que, incómoda en su inusitada inactividad, se desperezó y, tras desempolvar su oxidado yugo, se afanó laboriosa en la tarea trayendo consigo semanas de importunios, malas noticias y ratos desagradables para mí y los que me rodean.
El pasado miércoles decidí darle esquinazo y, mochila en mano y compañera a la vera, viajé hasta Cáceres para esconderme entre el alboroto de un hasta entonces desconocido festival, el Womad.
Erre que erre, me siguió la muy jodida y, disfrazada de policía local, nos echó a las dos viajeras del único sitio donde podíamos hospedarnos durante los cuatro días que se prolonga la fiesta.
Pero esta vez le ha salido mal la jugada. Lo que intentaba ser un jaque mate de la mala sombra se tornó en pase de pelota para la fortuna, y me ha permitido conocer a gente extraordinaria y saborear pequeños placeres que ignoraba hasta este momento. Lo mejor de todo: descubrir en un variopinto grupo de personas una cualidad común que creía tan extinguida como el Dodo: la generosidad.
Gratitud es pensar que tienes lo mejor del mundo por dormir dentro de un puesto de mercado hippie que durante las noches hace las veces de tienda de campaña, compartiendo colchón de goma espuma con otras cinco personas a las que has conocido la noche anterior cuando te invitaron a Marihuana y licor de café. Sobre todo, claro está, si tu pan inicial era pasar la noche al raso arrullado por la brisa urbana y los cantos de sirena de los borrachos correspondientes.
Cuando no temes despertar por un botellazo o por los orines expelidos por el beodo de turno, entonces te siente agradecida. También, cuando te cuelan de extranjis en un local compartido de cuyos dueños conocen y aprueban tu presencia sólo una tercera parte. Los okupas también tenemos sentimientos.
La absolluta disponibilidad de alguien que deja, siempre que le es posible, lo que esté haciendo para acudir a echarte una mano, eso provoca gratitud. Y ya es el culmen si, encima, te retrata en una sesión fotográfica y te elimina las ojeras y demás efectos secundarios de la fiesta nocturna.
Un golpe de mala suerte se convierte en un reguero cuando los desintegran las personas inmejorables que se cruzan en tu camino.
Oda a la dama de la mala sombra para decirle: jaque mate.
PD: esta entrada va dedicada a la extremeña por excelencia, compañera del pisito de Quevedo. Conocerla a ella también fue fruto de la mala suerte. De nuevo, gracias a ésta.
lunes, 7 de mayo de 2007
Sus primos la mataron a pedradas
"Llegamos al descampado. Eran más o menos las doce de la mañana y los cerca de cuarenta grados de temperatura no habían logrado disuadir a los que allí ya esperaban: mis tíos, mis primos, algunos hermanos y el abuelo. Ninguno me había visto llegar y, agazapada tras un destartalado coche cercano al grupo, me quedé en esa privilegiada posición para presenciar la escena.
A los cinco o diez minutos llegó mi prima, acompañada (arrastrada más bien) por sus dos hermanas mayores (ella sólo tenía 17 años) y su madre. Ellas lloraban mientras la colocaban en el lugar que se le había asignado: en el centro del ruedo, una posición que fuese fácil de alcanzar para todos los presentes. Se apartaron y entonces empezó el espectáculo: los hombres, gritando enajenados "¡Traidora! ¡Traidora!", empezaron a apedrear. El manto de piedras no me dejaba ver el rostro de mi prima pero pude sentir el dolor de cada golpe que recibía durante la media hora que tardó en morir. Luego, aquellos que la habían asesinado, sus propios tíos, hermanos y su padre, se marcharon con la satisfacción del trabajo bien hecho y el orgullo inmaculado".
Ésta es una escena recreada, pero está basada en hechos reales y muy parecidos a los que figuran aquí. Sale hoy en el periódico: Espeluznante ¿verdad? Saber que una niña ha sido asesinada a pedradas por su propia familia. Imaginamos esta escena que, según la información que se aporta, ha podido ocurrir en un barrio cualquiera de cualquier ciudad como Madrid, Sevilla o Alicante, y el espanto se cuela en nuestro cerebro durante días. Y no sólo en nuestro cerebro: también en nuestro televisor, radio, periódicos, revistas y demás medios de comunicación. Se alzan al unísono miles de voces exigiendo justicia y castigo por tamaña crueldad impropia del siglo en el que vivimos.
Pero la situación cambia si el escenario del acontecimiento se traslada a otro lugar. Oriente Próximo, Irak, al norte de este país, para ser más exactos. "Una joven de 17 años perteneciente a la secta yazidí —una antigua minoría religiosa kurda que venera al diablo— fue apedreada hasta la muerte por un grupo de unos ocho o nueve hombres de su familia[...] Su pecado: convertirse al islam para casarse con su novio musulmán".
"Ah, claro...." Una mezcolanza de alivio y cierto sentimiento de superioridad que acompaña al enjuiciamiento hecho de antemano: "....si es que ha ocurrido en un país que no está civilizado. Llevan siglos de retraso y, claro, pasan estas cosas".
Tener preconcebida esta idea es la mayor traba para poner fin a injusticias como ésta. Si una cosa así ocurre en un país "civilizado", del Primer Mundo, del continente europeo o el norteamericano, nos remueve las entrañas. No importa que se trate de un país del que nos separen miles de kilómetros, pertenece a "los nuestros" y por eso nos duele. Ahora bien, si ha ocurrido en un país de África o de Asia, entonces "es normal". Está socialmente aceptado que atrocidades como ésta, que no toleraríamos en nuestros países, ocurran en otros que "no están desarrollados". Entonces ni se quiere ni se intenta hacer nada.
Cuando hay dinero o petróleo por medio (son sinónimos de todas maneras) sí que interesa "luchar para defender los derechos humanos" de un país. Como la tarta iraquí ya se ha repartido entre los que han llegado a tiempo, no hay más lucha que mantener.
Ya está to el bacalao vendío (Hoy, la mitad del vaso no se llena).
A los cinco o diez minutos llegó mi prima, acompañada (arrastrada más bien) por sus dos hermanas mayores (ella sólo tenía 17 años) y su madre. Ellas lloraban mientras la colocaban en el lugar que se le había asignado: en el centro del ruedo, una posición que fuese fácil de alcanzar para todos los presentes. Se apartaron y entonces empezó el espectáculo: los hombres, gritando enajenados "¡Traidora! ¡Traidora!", empezaron a apedrear. El manto de piedras no me dejaba ver el rostro de mi prima pero pude sentir el dolor de cada golpe que recibía durante la media hora que tardó en morir. Luego, aquellos que la habían asesinado, sus propios tíos, hermanos y su padre, se marcharon con la satisfacción del trabajo bien hecho y el orgullo inmaculado".
Ésta es una escena recreada, pero está basada en hechos reales y muy parecidos a los que figuran aquí. Sale hoy en el periódico: Espeluznante ¿verdad? Saber que una niña ha sido asesinada a pedradas por su propia familia. Imaginamos esta escena que, según la información que se aporta, ha podido ocurrir en un barrio cualquiera de cualquier ciudad como Madrid, Sevilla o Alicante, y el espanto se cuela en nuestro cerebro durante días. Y no sólo en nuestro cerebro: también en nuestro televisor, radio, periódicos, revistas y demás medios de comunicación. Se alzan al unísono miles de voces exigiendo justicia y castigo por tamaña crueldad impropia del siglo en el que vivimos.
Pero la situación cambia si el escenario del acontecimiento se traslada a otro lugar. Oriente Próximo, Irak, al norte de este país, para ser más exactos. "Una joven de 17 años perteneciente a la secta yazidí —una antigua minoría religiosa kurda que venera al diablo— fue apedreada hasta la muerte por un grupo de unos ocho o nueve hombres de su familia[...] Su pecado: convertirse al islam para casarse con su novio musulmán".
"Ah, claro...." Una mezcolanza de alivio y cierto sentimiento de superioridad que acompaña al enjuiciamiento hecho de antemano: "....si es que ha ocurrido en un país que no está civilizado. Llevan siglos de retraso y, claro, pasan estas cosas".
Tener preconcebida esta idea es la mayor traba para poner fin a injusticias como ésta. Si una cosa así ocurre en un país "civilizado", del Primer Mundo, del continente europeo o el norteamericano, nos remueve las entrañas. No importa que se trate de un país del que nos separen miles de kilómetros, pertenece a "los nuestros" y por eso nos duele. Ahora bien, si ha ocurrido en un país de África o de Asia, entonces "es normal". Está socialmente aceptado que atrocidades como ésta, que no toleraríamos en nuestros países, ocurran en otros que "no están desarrollados". Entonces ni se quiere ni se intenta hacer nada.
Cuando hay dinero o petróleo por medio (son sinónimos de todas maneras) sí que interesa "luchar para defender los derechos humanos" de un país. Como la tarta iraquí ya se ha repartido entre los que han llegado a tiempo, no hay más lucha que mantener.
Ya está to el bacalao vendío (Hoy, la mitad del vaso no se llena).
viernes, 4 de mayo de 2007
Llenar la mitad vacía del vaso
Siempre he odiado a los optimistas. Esas repelentes personillas a las que se les presenta un probleman gordo y te sueltan, por ejemplo: "Mirando el lado positivo, ¡no es tan malo que me hayan embargado la casa! En el fondo, ya estaba harto de vivir en este precioso pero poco acogedor ático con vistas a la Calle Fuencarral. Ahora toca vivir una aventura" (La aventura de ir de puente en puente, será) O peor aún, esas personas que, cuando te ven ante un problema, no son capaces de dejarte saborear el placer de la autocompasión y tienen que sacarte del "pozo" aunque sea con una grúa araña.
Sin embargo, debido a estas vicisitudes de la vida que me suceden últimamente, estoy aprendiendo a marchas forzadas a ver la cara "menos mala" de las cosas. A apreciar lo bueno de cada asunto y, si no lo tiene, a ponérselo yo misma. La única manera de seguir disfrutando del manjar de la vida es, ante un vaso medio lleno o medio vacío, llenando la mitad vacía de ese vaso (para tener algo con que acompañar la comida, vamos).
Estos sabios conocimientos no se adquieren por arte de magia. Para una persona pesimista por naturaleza, la única manera de interiorizar algo que va contra sus esquemas es, o bien experimentando esa necesidad de cambio por ti misma, o bien viendo ejemplos impactantes de ello en los demás.
Y de esto último la actualidad está repleta. De ejemplos de valentía y coraje para afrontar situaciones de tal calado que tus problemas parecen de parubalario a su lado. Ayer, El país publicaba que al menos uno de cada diez españoles vive con dolor crónico . Estamos hablando de que hay personas (y no pocas en nuestro país) que pasan su día a día acompañados de un padecimiento físico, con el que tienen que realizar todas sus actividades diarias. Y lo más impactante no es el dato en sí (que sólo imaginar esa situación ya duele) sino el saber que muchas de estas personas todavía tienen la fuerza para llevar su vida adelante y, además, hacerlo con ilusión y algo que a muchos que no padecemos nos falta, una dosis de sentido del humor.
Como ésta hay muchas manifestaciones de personas que llenan como sea la mitad del vaso que se empeña en vaciarse. Pero claro, para el pesimista crónico es difícil comprender que sus "problemas" son en muchas ocasiones juegos de niños al lado de casos como éste y otros peores.
La clave para llenar el vaso de tu vida es, como decía anoche mi compañera de piso, la italiana, comprender que todas las cosas de la vida están en una "escalera" (quizá quiso decir escala, pero le salió escalera y esa metáfora me gusta). Hay que visualizar que cada problema se encuentra en un peldaño de esa escalera, por lo que siempre habrá asuntos que se encuentren en un piso superior al tuyo.
Un índice excelente para medir la "escalera del problema" es el "quién ayuda a quién".
Mi piso es un claro ejemplo de ello: mi compañera la española tenía un problema y la animamos. Pero a los pocos días,ella a su vez tuvo que animar a la italiana, que tuvo un problema mayor. Ambas compañeras tuvieron que apoyarme a mí, que sufría un problema más grave que el suyo, y mi asunto quedó como el más alto de la casa. Pero anoche, este "problemón" quedó a ras del suelo cuando hablé con un antiguo amigo cuya situación era a todas luces peor que la mía.
Conclusión: la "escalera del problema" parece interminable. Se puede tomar esto como una visión pesimista de la vida o afrontarlo como una realidad que te ayude a relativizar tus propias pesadillas. Mi nuevo lado optimista me hace optar por lo segundo.
Sin embargo, debido a estas vicisitudes de la vida que me suceden últimamente, estoy aprendiendo a marchas forzadas a ver la cara "menos mala" de las cosas. A apreciar lo bueno de cada asunto y, si no lo tiene, a ponérselo yo misma. La única manera de seguir disfrutando del manjar de la vida es, ante un vaso medio lleno o medio vacío, llenando la mitad vacía de ese vaso (para tener algo con que acompañar la comida, vamos).
Estos sabios conocimientos no se adquieren por arte de magia. Para una persona pesimista por naturaleza, la única manera de interiorizar algo que va contra sus esquemas es, o bien experimentando esa necesidad de cambio por ti misma, o bien viendo ejemplos impactantes de ello en los demás.
Y de esto último la actualidad está repleta. De ejemplos de valentía y coraje para afrontar situaciones de tal calado que tus problemas parecen de parubalario a su lado. Ayer, El país publicaba que al menos uno de cada diez españoles vive con dolor crónico . Estamos hablando de que hay personas (y no pocas en nuestro país) que pasan su día a día acompañados de un padecimiento físico, con el que tienen que realizar todas sus actividades diarias. Y lo más impactante no es el dato en sí (que sólo imaginar esa situación ya duele) sino el saber que muchas de estas personas todavía tienen la fuerza para llevar su vida adelante y, además, hacerlo con ilusión y algo que a muchos que no padecemos nos falta, una dosis de sentido del humor.
Como ésta hay muchas manifestaciones de personas que llenan como sea la mitad del vaso que se empeña en vaciarse. Pero claro, para el pesimista crónico es difícil comprender que sus "problemas" son en muchas ocasiones juegos de niños al lado de casos como éste y otros peores.
La clave para llenar el vaso de tu vida es, como decía anoche mi compañera de piso, la italiana, comprender que todas las cosas de la vida están en una "escalera" (quizá quiso decir escala, pero le salió escalera y esa metáfora me gusta). Hay que visualizar que cada problema se encuentra en un peldaño de esa escalera, por lo que siempre habrá asuntos que se encuentren en un piso superior al tuyo.
Un índice excelente para medir la "escalera del problema" es el "quién ayuda a quién".
Mi piso es un claro ejemplo de ello: mi compañera la española tenía un problema y la animamos. Pero a los pocos días,ella a su vez tuvo que animar a la italiana, que tuvo un problema mayor. Ambas compañeras tuvieron que apoyarme a mí, que sufría un problema más grave que el suyo, y mi asunto quedó como el más alto de la casa. Pero anoche, este "problemón" quedó a ras del suelo cuando hablé con un antiguo amigo cuya situación era a todas luces peor que la mía.
Conclusión: la "escalera del problema" parece interminable. Se puede tomar esto como una visión pesimista de la vida o afrontarlo como una realidad que te ayude a relativizar tus propias pesadillas. Mi nuevo lado optimista me hace optar por lo segundo.
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