Trabajar los fines de semana no será lo más apetecible. Levantarse cuando otros se acuestan y compartir el cercanías con pandillas de chavales todavía eufóricos por los grados de alcohol ingeridos es, seguramente, una de las cosas más molestas para una persona que se halle en su "irresponsable" juventud (más que nada porque te gustaría estar entre esos individuos ebrios). Pensar que lo que más odias en este mundo, animal nocturno donde los haya, es lo que vas a tener que hacer todos los días, de lunes a domingo, sin excepción: madrugar, madrugar y madrugar.
Todo parecen inconvenientes y, sin embargo, hay algo que no encaja...¿por qué demonios estoy tan jodidamente contenta? ¡Ah sí! ¡Porque voy a trabajar en Telecinco! A partir del próximo sábado entraré a formar parte del distinguido grupo de becarios-explotados-por-un-sueldo-miserable del sistema oligárquico de medios de comunicación. (Ya es un avance; el año pasado no tenía ni "sueldo miserable"). La redacción de informativos de la página web de la cadena ya tiene nuevo miembro, repletito de energías y ganas de empaparse de todo el saber y la experiencia que tengan los demás.
Auguro (y espero) buenos momentos de compañerismo y empatía entre quienes se sienten unidos por el resentimiento del "trabajador de fin de semana" y la resaca de la fiesta nocturna recién concluida.
Tomaremos buenas tazas de café y con ellas brindaremos por el "ya les tocará pringar a otros, ya".
¡Allá voy!
lunes, 29 de enero de 2007
viernes, 26 de enero de 2007
Los "huevos" de Rubianes y la libertad de expresión
A veces, se me olvida que estamos en un "Estado democrático de derecho", y eso que nuestros políticos lo repiten día tras día, como aplicados alumnos que recitan ante el maestro la lección bien aprendida. Será que me estoy haciendo vieja (no llevo bien los 22, por lo que veo) y tendré que tomar rabitos de pasa, o quizá el problema sea que no paro de encontrar situaciones paradójicas que me parecerían hilarantes si no fuera porque las encuentro bastante serias.
Hagamos un pequeño ejercicio de lógica (me acuerdo ahora de mi profesora de filosofía de bachillerato): En un Estado democrático, todos los ciudadanos tienen libertad de expresión. Pepe Rubianes es un ciudadano de un Estado democrático, luego Pepe Rubianes puede decir lo que le salga de "lo que cuelga del campanario" (me remito a su famosa frase) sin que nadie le pueda imponer... por ejemplo... 21.600 euros de multa.
Esto que parece un razonamiento sencillo deja de serlo en cuanto entra en juego "la unidad de España". Elemento contra el que, según la Fiscalía, Rubianes atentó en una entrevista que concedió a la cadena catalana TV3 (el escenario del crimen siempre es importante), con la siguiente frase: "Que se metan a España ya por el puto culo a ver si les explota dentro y les quedan los huevos colgando del campanario".
Dejando a un lado las cualidades literarias de la oración, lo que aquí se valora es el contenido. Según la Fiscalía de Barcelona, el actor cometió "ultraje contra la nación española", delito que se recoge en el artículo 543 del Código Penal. Éste dice así: "Las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce meses."
Asimismo, la Real Academia de la Lengua define ultraje como "ajamiento, injuria o desprecio".
No es mi intención cuestionar el Codigo Penal vigente (yo no tengo 21.600 euros para pagar multa alguna) pero sí me gustaría llamar la atención sobre la ambigüedad de los términos empleados en este artículo, y sobre la peligrosa posibilidad de hacer uso del mismo para ejercer la censura.
Según el artículo 20.1 de la Constitución Española, los ciudadanos tienen el derecho "a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción". Evidentemente, hay ciertas limitaciones a este derecho, como el deber de no acometer racismo, xenofobia y otros delitos contra los Derechos Humanos. Pero el prohibir o castigar a una persona por declarar su rechazo al sistema vigente, aunque lo haya hecho en términos "politicamente incorrectos" e incluso groseros, es, a mi parecer, un grave delito que atenta contra la libertad de expresión.
¿Hasta dónde va a llegar la susceptibilidad de este país? La turbulenta situación política en la que nos encontramos ha llegado a unos límites que obligan a las personas a inhibirse cuando desean expresar su opinión. Los que son de derechas tienen miedo de quedar como fascistas; los que son de izquierda, como radicales o totalitarios. Y su temor está fundamentado, según parece, porque realmente hay un riesgo de que el sistema penitenciario te castigue con multas e incluso con la cárcel.
No defiendo que se permita hacer apología del racismo, que se incite al odio contra otras razas o minorías. Tampoco de mi argumentación se debe extraer que desprecie la unidad de España ni que esté de acuerdo con los nacionalismos más extremos, pero ¿qué pasa con los que apoyan estos preceptos? ¿No pueden expresar libremente su opinión? Que yo, por ejemplo, sienta afinidad con ideas más progresistas y socialistas no quiere decir que no pueda aceptar opiniones más conservadoras o mantener una amistad con quienes las defienden.
Las declaraciones de Rubianes expresaban su disconformidad con el sistema español vigente. En el momento en que alguien sea castigado por mostrarse contrario al sistema se habrá llegado a una situación de censura política que nada tiene que ver con un "Estado democrático de derecho".
Hagamos un pequeño ejercicio de lógica (me acuerdo ahora de mi profesora de filosofía de bachillerato): En un Estado democrático, todos los ciudadanos tienen libertad de expresión. Pepe Rubianes es un ciudadano de un Estado democrático, luego Pepe Rubianes puede decir lo que le salga de "lo que cuelga del campanario" (me remito a su famosa frase) sin que nadie le pueda imponer... por ejemplo... 21.600 euros de multa.
Esto que parece un razonamiento sencillo deja de serlo en cuanto entra en juego "la unidad de España". Elemento contra el que, según la Fiscalía, Rubianes atentó en una entrevista que concedió a la cadena catalana TV3 (el escenario del crimen siempre es importante), con la siguiente frase: "Que se metan a España ya por el puto culo a ver si les explota dentro y les quedan los huevos colgando del campanario".
Dejando a un lado las cualidades literarias de la oración, lo que aquí se valora es el contenido. Según la Fiscalía de Barcelona, el actor cometió "ultraje contra la nación española", delito que se recoge en el artículo 543 del Código Penal. Éste dice así: "Las ofensas o ultrajes de palabra, por escrito o de hecho a España, a sus Comunidades Autónomas o a sus símbolos o emblemas, efectuados con publicidad, se castigarán con la pena de multa de siete a doce meses."
Asimismo, la Real Academia de la Lengua define ultraje como "ajamiento, injuria o desprecio".
No es mi intención cuestionar el Codigo Penal vigente (yo no tengo 21.600 euros para pagar multa alguna) pero sí me gustaría llamar la atención sobre la ambigüedad de los términos empleados en este artículo, y sobre la peligrosa posibilidad de hacer uso del mismo para ejercer la censura.
Según el artículo 20.1 de la Constitución Española, los ciudadanos tienen el derecho "a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción". Evidentemente, hay ciertas limitaciones a este derecho, como el deber de no acometer racismo, xenofobia y otros delitos contra los Derechos Humanos. Pero el prohibir o castigar a una persona por declarar su rechazo al sistema vigente, aunque lo haya hecho en términos "politicamente incorrectos" e incluso groseros, es, a mi parecer, un grave delito que atenta contra la libertad de expresión.
¿Hasta dónde va a llegar la susceptibilidad de este país? La turbulenta situación política en la que nos encontramos ha llegado a unos límites que obligan a las personas a inhibirse cuando desean expresar su opinión. Los que son de derechas tienen miedo de quedar como fascistas; los que son de izquierda, como radicales o totalitarios. Y su temor está fundamentado, según parece, porque realmente hay un riesgo de que el sistema penitenciario te castigue con multas e incluso con la cárcel.
No defiendo que se permita hacer apología del racismo, que se incite al odio contra otras razas o minorías. Tampoco de mi argumentación se debe extraer que desprecie la unidad de España ni que esté de acuerdo con los nacionalismos más extremos, pero ¿qué pasa con los que apoyan estos preceptos? ¿No pueden expresar libremente su opinión? Que yo, por ejemplo, sienta afinidad con ideas más progresistas y socialistas no quiere decir que no pueda aceptar opiniones más conservadoras o mantener una amistad con quienes las defienden.
Las declaraciones de Rubianes expresaban su disconformidad con el sistema español vigente. En el momento en que alguien sea castigado por mostrarse contrario al sistema se habrá llegado a una situación de censura política que nada tiene que ver con un "Estado democrático de derecho".
miércoles, 24 de enero de 2007
No permitirle a De Juana Chaos que muera
¡No se debe ceder ante el chantaje de los terroristas! ¡Si se excarcela a De Juana Chaos, todos los terroristas seguirán su ejemplo! Pues sí, el caso es muy pero que muy complicado. Otra vez el poder judicial se encuentra ante una tesitura de difícil resolución y, además, con serias implicaciones políticas. De Juana Chaos está sin duda muy cerca de la muerte, una situación en la que se ha colocado él solo y con unos fines que probablemente se hallen muy ligados a lo que puede ser la decisión de la Audiencia Nacional.
A priori, lo que a cualquier individuo con un poco de sangre en las venas se le viene a la mente es: "¡Cómo van a soltarlo! ¡Que se pudra en la cárcel! ¡Sería salirse con la suya!" y demás clamores al cielo como los que encabezan este artículo. Sin embargo, no se puede olvidar que quienes cargan ahora esta responsabilidad (los jueces de la Audiencia) no deben guiarse por esos sentimientos tan humanos que azotan las entrañas de la mayoría de los ciudadanos de a pie. En toda esta amalgma de acontecimientos hay que tener en cuenta varias cosas:
- De Juana Chaos no debe, y no va a, recibir ningún tipo de excarcelación plena.
- A ningún estamento judicial ni poder ejecutivo le gustaría que un preso del calado del susodicho se le muriese en una celda. (No les gustaría que se les muriese ningún preso, pero éste en concreto tiene una trascendencia política especial).
Una cosa debe quedar clara. La situación con ETA no va a volver a ser como antes de esta última tregua. Por mucho que lo desee el PP, y aunque el Gobierno de Zapatero o cualquier otro lo intentase, se ha hecho demasiado durante estos meses (para bien o para mal, eso queda a opinión de cada individuo). Se han removido demasiado las aguas dentro de la propia banda, se han creado divisiones en la misma. Es innegable que hay una facción que aboga por el diálogo (representada por "Josu Ternera") y otra que insiste en continuar con la "lucha armada" (liderada por "Txeroki"). Eso no va a cambiar.
El atentado de la T4 fue una demostración por parte de la facción de " Josu Ternera" de que no estaban cediendo demasiado en el diálogo con el Gobierno, una demostración de fuerza que iba dedicada a "Txeroki" y los suyos para calmar las tensiones dentro de la banda. Ésta es la versión que defienden algunos y a mí no me parece descabellada.
Se entiende, por tanto, que esta división interna de ETA la hace algo proclive a facilitar un proceso de diálogo. También hay que ser conscientes de que la banda no está debilitada (como dijo un buen día Mariano Rajoy) y que tiene capacidad y medios para seguir atentando. Por ello hay que mentalizarse de una vez de que SÓLO con represión policial NO se va a poder acabar con la banda terrorista. La estrategia de lucha para poner fin a ETA debe aunar persecución policial y presión política, diálogo (que no es igual a "concesiones", que se enteren algunos de una vez!). ¡Es que no hay otra manera! Entendamos de una vez que ETA no lleva ni cinco ni diez años en activo.
Por toda esta situación, De Juana Chaos no debe morir en la cárcel, no debe salirse con la suya. ¿O queremos convertirlo en un mártir? Hay que mantenerlo con vida, y si tiene que ser en su casa, con TOTAL vigilancia policial y sin ceder un ápice en esto, pues que así sea.
A priori, lo que a cualquier individuo con un poco de sangre en las venas se le viene a la mente es: "¡Cómo van a soltarlo! ¡Que se pudra en la cárcel! ¡Sería salirse con la suya!" y demás clamores al cielo como los que encabezan este artículo. Sin embargo, no se puede olvidar que quienes cargan ahora esta responsabilidad (los jueces de la Audiencia) no deben guiarse por esos sentimientos tan humanos que azotan las entrañas de la mayoría de los ciudadanos de a pie. En toda esta amalgma de acontecimientos hay que tener en cuenta varias cosas:
- De Juana Chaos no debe, y no va a, recibir ningún tipo de excarcelación plena.
- A ningún estamento judicial ni poder ejecutivo le gustaría que un preso del calado del susodicho se le muriese en una celda. (No les gustaría que se les muriese ningún preso, pero éste en concreto tiene una trascendencia política especial).
Una cosa debe quedar clara. La situación con ETA no va a volver a ser como antes de esta última tregua. Por mucho que lo desee el PP, y aunque el Gobierno de Zapatero o cualquier otro lo intentase, se ha hecho demasiado durante estos meses (para bien o para mal, eso queda a opinión de cada individuo). Se han removido demasiado las aguas dentro de la propia banda, se han creado divisiones en la misma. Es innegable que hay una facción que aboga por el diálogo (representada por "Josu Ternera") y otra que insiste en continuar con la "lucha armada" (liderada por "Txeroki"). Eso no va a cambiar.
El atentado de la T4 fue una demostración por parte de la facción de " Josu Ternera" de que no estaban cediendo demasiado en el diálogo con el Gobierno, una demostración de fuerza que iba dedicada a "Txeroki" y los suyos para calmar las tensiones dentro de la banda. Ésta es la versión que defienden algunos y a mí no me parece descabellada.
Se entiende, por tanto, que esta división interna de ETA la hace algo proclive a facilitar un proceso de diálogo. También hay que ser conscientes de que la banda no está debilitada (como dijo un buen día Mariano Rajoy) y que tiene capacidad y medios para seguir atentando. Por ello hay que mentalizarse de una vez de que SÓLO con represión policial NO se va a poder acabar con la banda terrorista. La estrategia de lucha para poner fin a ETA debe aunar persecución policial y presión política, diálogo (que no es igual a "concesiones", que se enteren algunos de una vez!). ¡Es que no hay otra manera! Entendamos de una vez que ETA no lleva ni cinco ni diez años en activo.
Por toda esta situación, De Juana Chaos no debe morir en la cárcel, no debe salirse con la suya. ¿O queremos convertirlo en un mártir? Hay que mantenerlo con vida, y si tiene que ser en su casa, con TOTAL vigilancia policial y sin ceder un ápice en esto, pues que así sea.
miércoles, 17 de enero de 2007
La fuerza del recuerdo
La vida es de verdad paradójica. La mayoría de las personas hemos luchado más de una vez por olvidar algo que nos atormenta y que, como la gota de agua que a fuerza de persistencia te acaba taladrando el cráneo, incide una y otra vez en tu mente. Y, en el mismo momento, no muy lejos de donde te encuentras, otras personas se sumergen en una dolorosa pugna por no perder la memoria.
Hoy he tenido la oportunidad de asistir a una sesión de trabajo con enfermos de Alzheimer. Pasó por una de esas casualidades que se presentan sin comerlo ni beberlo y que luego agradeces profundamente. Ver a este grupo de ancianos (y no tan ancianos; uno de ellos andaría por la cincuentena) poniendo toda su concentración e ilusión en resolver los ejercicios que las monitoras les mandaban y en relacionarse unos con otros, me causó tal impacto que de repente mis preocupaciones se tornaron estúpidas ante mis ojos. Aquello me chocó de veras, hasta el punto de enfadarme conmigo misma. ¿Y yo tengo problemas? Me obsesiono por asuntos que se quedan en anécdotas y lucho por olvidar situaciones cuando otros pelean por recordar su nombre.
El Alzheimer es una enfermedad que siempre me ha obsesionado. Quizá porque me provoca terror la posibilidad de perder los recuerdos. Pienso que la vida se reduce a las experiencias que vamos acumulando. Si éstas se pierden, ¿queda algo después? La filosofía de AFAL (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer) es que sí hay algo de esa persona que se vuelve desconocida ante nosotros. Quedan los sentimientos y las emociones. Quizá no te reconoce, pero sí identifica tu cariño y la compañía que le proporcionas. Por eso, quizá, son tan agradecidos con quienes les cuidan y le brindan ese amor incondicional. Es verdad que no siempre muestran su afecto, pero no es que no quieran, es que no pueden. En eso se diferencian del resto de las personas y de la hipocresía que nos caracteriza. Nunca dan una sonrisa si no les ha salido del alma (¡cuántos halagos falsos habremos proferido nosotros!) También es una hipocresía enfrentarte un día a algo duro de verdad y hacer apología de ello, pero en fin, al menos queda la reflexión que ha provocado en la aquí presente.
Metería a más de un personaje de los que salen por televisión (léase políticos, periodistas, gente de salsa rosa y demás fauna que compone la parrilla televisiva) en una de esas salas durante tan sólo diez minutos. Más de una cosa cambiaría.
Hoy he tenido la oportunidad de asistir a una sesión de trabajo con enfermos de Alzheimer. Pasó por una de esas casualidades que se presentan sin comerlo ni beberlo y que luego agradeces profundamente. Ver a este grupo de ancianos (y no tan ancianos; uno de ellos andaría por la cincuentena) poniendo toda su concentración e ilusión en resolver los ejercicios que las monitoras les mandaban y en relacionarse unos con otros, me causó tal impacto que de repente mis preocupaciones se tornaron estúpidas ante mis ojos. Aquello me chocó de veras, hasta el punto de enfadarme conmigo misma. ¿Y yo tengo problemas? Me obsesiono por asuntos que se quedan en anécdotas y lucho por olvidar situaciones cuando otros pelean por recordar su nombre.
El Alzheimer es una enfermedad que siempre me ha obsesionado. Quizá porque me provoca terror la posibilidad de perder los recuerdos. Pienso que la vida se reduce a las experiencias que vamos acumulando. Si éstas se pierden, ¿queda algo después? La filosofía de AFAL (Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer) es que sí hay algo de esa persona que se vuelve desconocida ante nosotros. Quedan los sentimientos y las emociones. Quizá no te reconoce, pero sí identifica tu cariño y la compañía que le proporcionas. Por eso, quizá, son tan agradecidos con quienes les cuidan y le brindan ese amor incondicional. Es verdad que no siempre muestran su afecto, pero no es que no quieran, es que no pueden. En eso se diferencian del resto de las personas y de la hipocresía que nos caracteriza. Nunca dan una sonrisa si no les ha salido del alma (¡cuántos halagos falsos habremos proferido nosotros!) También es una hipocresía enfrentarte un día a algo duro de verdad y hacer apología de ello, pero en fin, al menos queda la reflexión que ha provocado en la aquí presente.
Metería a más de un personaje de los que salen por televisión (léase políticos, periodistas, gente de salsa rosa y demás fauna que compone la parrilla televisiva) en una de esas salas durante tan sólo diez minutos. Más de una cosa cambiaría.
jueves, 4 de enero de 2007
"Shopping must go on" (¡que sigan las compras!)
Esta mañana, gracias a mi inestimable habilidad para dejarlo todo para el último minuto, he tenido la oportunidad de presenciar un espectáculo digno del National Geografic Channel: el centro comercial de la cuidad el día antes de Reyes. Un escenario en el que cientos de personas, cual estampida de coléricos búfalos, se dirigen enloquecidas hacia un lado y a otro en búsqueda de los últimos regalos para tan preciado día. Tan excitante experiencia me ha permitido comprobar un hecho que, si bien aporta algo esperanza en este loco mundo en que vivimos, constituye también una muestra de la hipocresía y falta de coherencia del ser humano. Y éste es que, pase lo que pase, la gente sigue comprando.
Eh aquí la capacidad auto regeneradora del individuo. La gente clama al cielo ante la cada vez peor situación en Irak y, en general, Oriente Próximo; se indigna con las corruptelas del mundo urbanístico y el incremento del precio de la vivienda; ladra por el descontrol de obras que tienen las ciudades convertidas en auténticos scalextrics (¡que pasen por Sevilla los que duden de esto último!); comenta asustada las altas temperaturas de este invierno que demuestran el cambio climático... Y al finalizar el año, todas las conciencias se alzan para expresar su repulsa por el atentado de ETA. Se habla de decepción, ira, desesperanza... Comentario de todos los gustos y colores que llenan las páginas de los periódicos y los canales de televisión.
Pero, durante la primera semana del año, todo se olvida porque ¡llegan los Reyes Magos! Durante esta semana, que los expertos señalan como la de mayor consumo del año, las calles se convierten en auténticos hormigueros por donde circulan mezclados, ilusión, prisas y malhumor. Y es que nada importa mientras las tiendas no cierren sus puertas y el Corte Inglés permanezca lleno hasta las diez de la noche. Este año, con sus elegantes bolsas doradas que han inundado la ciudad. ¿No lo habéis observado? Vayas por donde vayas, en cualquier barrio y a cualquier hora, te cruzas con decenas de personas que cargan bolsas doradas. ¡Qué glamurosa se siente una con una bolsa de esas! Porque yo también he llevado una de ellas, he de admitirlo. Y todo por dejarlo siempre todo para el último minuto. Y porque, pase lo que pase, Shopping must go on.
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