Editores, directores, analistas, periodistas de a pie y bloggers se lo están pasando pipa escudriñando los resultados de las muncipales y autonómicas de ayer. El aluvión de cifras, porcentajes, tablas comparativas... cae incesantemente sobre unos ávidos comensales que esperan ansiosos de hincarle el diente a los más ínfimos detalles de la jornada electoral.
Los afines al azul-naranja han acariciado el éxtasis por el número de votos conseguido en el resultado global, y alzan el mentón con socarrona sonrisa y mirada de desprecio al contrincante: "Chincha rabiña...vosotros tendréis más concejales pero a nosotros nos quieren más". Los de la rosa no saben muy bien donde meterse, tras el fiasco de Madrid y el descenso de apoyo general. Mantienen alta la tez porque, en definitiva, ganan poder efectivo, pero a nadie se le pasa por alto la caída de votos respecto a los populares y el hecho de que, con una diferencia menor en las municipales pasadas, el PP de Aznar perdió en las generales que las sucedieron. Es día de interrogantes: qué ha pasado, cuál es la causa de esta caída... y El País, cual padre que riñe a un hijo que no ha dado la talla en el último examen, se muestra severo en el editorial que encabeza el periódico de hoy: con una legislatura de economía positiva y medidas de fuerte impacto social, ¿qué factor ha motivado la disminución de seguidores de los socialistas?
La pugna por subirse al podio entre los dos partidos principales ha obviado la presencia de un tercer participante: la baja partipación. Es la tercera mayor abstención en unas elecciones locales desde que se estrenó esta etapa democrática en 1979. No hablamos, por tanto, de cualquier cosa. Sin embargo, las referencias y reflexiones acerca de este factor han sido minúsculas por el momento. Todavía embriagados por el botellón electoral de la pasada jornada, la resaca post juerga no ha dejado lugar en la mente para una reflexión más profunda de los acontecimientos.
Más de doce millones y medio de electores han pasado de "ejercer su derecho a voto" y muchos de los que sí lo han hecho, han lanzado el temido voto en blanco. Ambos porcentajes han crecido respecto al año anterior. Es evidente que algo pasa ¿no? Cuando tal cosa ocurre en otros países, enseguida los cabecillas del cuarto poder lo califican de "fracaso". ¿Gozamos nosotros de un estatus especial, para no ser estudiados con la misma rectitud?
No dispongo del título de analista político; no frecuento las tertulias de Ana Rosa Quintana o Concha Campoy, ni he tenido el placer de sentarme junto a Carles Francino ni César Vidal (para que luego digan que soy partidista...) pero se me ocurren algunos argumentos que expliquen la caída de votos en las urnas: hastío; rechazo de la población a una cansina "doctrina de la crispación" que prima los asuntos "mediáticamente" rentables y obvia los de verdad relevantes; campañas electorales irrisorias.... En definitiva, disponemos en estos momentos de un panorama político caracterizado por la extrema polarización de los dos partidos principales. Con el principal objetivo de conseguir votos y destruir al contrario, se mantiénen aferrados a sus posturas y se guían por la pueril tesis de que apoyar al "contrincante" en un momento dado les resta "masculinidad" y les quita autoridad ante sus seguidores (pensamiento típico del macho tipical spanish). Y la realidad es bien distinta....
Tendrían que castigarnos y hacer como con Hamas y Al Fatah en Palestina; El Sin Feinn y el DUP en Irlanda del Norte: forzar una reconciliación (aunque sólo sea superficial) sólo para demostrar la madurez (humana, ya no digo polícia) de nuestros represantes.
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2 comentarios:
Este sí que te ha quedao de puta madre!!!
La verdad, es que por desgracias tienes razón. Se centran en vanalidades y se olvidan de que son marionetas manipuladas por una parte de la sociedad....Nosotros¿??
Aunque visto lo visto este año... es una pena, si ahora no reivindicamos por lo nuestro, entonces....cuando??
Un beso
A veces lo que parece más obvio es lo real, porque aunque la realidad puede superar a la ficción, en esta historia el asesino no es el mayordomo si no un señor muy moreno, con barba cerrada y gafas oscuras. Lo que pasa es que la gente no ve una diferencia real entre un gobierno y otro. Solo se distinguen en cuestiones testimoniales de poco calado social. Solbes es tan buen ministro de un gobierno del PSOE como del PP. Lo único que realmente ha hecho el PSOE en la línea que debería tener siempre, la del compromiso social, es la ley de dependencia, y antes o después, otro gobierno de distinto color también hubiera tenido que dar respuesta ha este inmenso problema.
La otra cuestión clave es la de la supuesta libertad de voto. Es una falacia en tanto que la decisión está tan determinada por la influencia de los medios de comunicación, que responden en última instancia a la sociedad de mercado, que los ciudadanos-usuarios tienen la sensación de que votan a Operación Triunfo más que a los dirigentes del país. Influye mucho más la demagogia y la puesta en escena que el fondo del mensaje, cuya originalidad cuesta mucho detectar. Lo espectacular prima sobre lo esencial, el continente sobre el contenido, la forma sobre la sustancia. Hay que “dar la imagen de”, más que “ser”. Y al final, el sistema democrático es un escenario de cartón piedra demasiado tosco para la cultura de los efectos especiales. Y eso que la democrácia es el menos malo de los sistemas políticos.
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