EEUU ha puesto sus ojos en Darfur. Y no es una frase retórica, sino literal, porque la mirada del gigante occidental sobrevuela vía satélite la región sudanesa gracias a un proyecto conjunto entre la Asociación Americana para el Desarrollo de la Ciencia y Amnistía Internacional. El objetivo de la obra es que cualquer ciudadano del mundo pueda "vigilar" el desarrollo del conflicto, es decir, que pueda por sí mismo contemplar los pueblos de la zona que han sido arrasados durante el conflicto entre los rebeldes y el gobierno de Jartum. La intención de "Eyes on Darfur" parece, y en esencia lo es, bastante loable. Ahora que la Corte Penal Internacional está en vías de juzgar a altos cargos del gobierno sudanés, es momento de presionar al país para que coopere con el implacable brazo de la justicia.
Lo que más llama la atención es que la maquinaria estadounidense haya aportado parte de su tesoro dorado en esta empresa. "El poder de la ciencia para proteger los derechos humanos", pensó una servidora esta mañana, "Cuán noble puede ser el Hombre" (con mayúsculas).
PERO... Toda historia puede guardar su doble fondo y más si hablamos del Imperio del Dólar y de sus secuaces los halcones. Aquí viene el quid de la cuestión:
Es un secreto a voces que Estados Unidos teme por sus reservas de petróleo (i.e: las reservas que se ha afanado a golpe de "instaurar la democracia" en varias regiones de Oriente Próximo). Una zona de tal inestabilidad no es proveedor fiable, y menos con la creciente amenaza iraní, por eso los halcones de Bush han decidido hacer shopping en otro mercadillo del oro negro: África.
Esto explica el cambio de política respecto al problema de Darfur. Que, después de años de indiferencia respecto al conflicto, Bush junior haya decidido luchar por la causa: ha incrementado las sanciones al país y presiona para que Sudán permita la entrada de cascos azules en la zona. ¿Quizá el interés de este país sea controlar las reservas de petróleo y no tanto la paz en el mundo? Parece bastante probable.
Un apunte interesante: la compañía de EEUU Chevrón encontró crudo en Sudán en los años 80 y ello desencadenó la guerra civil del 83. Al final, vendió sus concesiones y es China quien ahora explota las reservas.
Ahora la nación estadounidense quiere recuperar lo que considera suyo.
(Podéis ver la página "Eyes on Darfur", es de cualquier manera un proyecto interesante).
Lo que más llama la atención es que la maquinaria estadounidense haya aportado parte de su tesoro dorado en esta empresa. "El poder de la ciencia para proteger los derechos humanos", pensó una servidora esta mañana, "Cuán noble puede ser el Hombre" (con mayúsculas).
PERO... Toda historia puede guardar su doble fondo y más si hablamos del Imperio del Dólar y de sus secuaces los halcones. Aquí viene el quid de la cuestión:
Es un secreto a voces que Estados Unidos teme por sus reservas de petróleo (i.e: las reservas que se ha afanado a golpe de "instaurar la democracia" en varias regiones de Oriente Próximo). Una zona de tal inestabilidad no es proveedor fiable, y menos con la creciente amenaza iraní, por eso los halcones de Bush han decidido hacer shopping en otro mercadillo del oro negro: África.
Esto explica el cambio de política respecto al problema de Darfur. Que, después de años de indiferencia respecto al conflicto, Bush junior haya decidido luchar por la causa: ha incrementado las sanciones al país y presiona para que Sudán permita la entrada de cascos azules en la zona. ¿Quizá el interés de este país sea controlar las reservas de petróleo y no tanto la paz en el mundo? Parece bastante probable.
Un apunte interesante: la compañía de EEUU Chevrón encontró crudo en Sudán en los años 80 y ello desencadenó la guerra civil del 83. Al final, vendió sus concesiones y es China quien ahora explota las reservas.
Ahora la nación estadounidense quiere recuperar lo que considera suyo.
(Podéis ver la página "Eyes on Darfur", es de cualquier manera un proyecto interesante).
1 comentario:
El maridaje entre acción humanitaria e intereses económicos es una constante. Ya de por sí, la mayoría de los organismos internacionales supuestamente independientes responden de alguna manera a patrones (en la acepción empresarial) más o menos difusos, pero que dan su beneplácito. Incluso la simple existencia de las ONG convencionales responde en gran medida a justificar las bondades del sistema que a través de ellas, contemplaría la solución de los problemas que el propio sistema genera. Desde esa premisa, cualquier acción humanitaria implica una no solución definitiva del mal, puesto que esos remedios tienen ser de tal envergadura que competen al conjunto de poderes existentes en la globalidad. El ejemplo lo tenemos en el G8 y el cambio climático: la solución pasa por ellos, y de momento v a ser que no.
De hecho, las ONGs se convierten en organismos cuyo principal fin es la existencia de ellos mismos, y el medio, meterse en proyectos que permitan una excusa para su existencia. La mejor ONG es la de la gente presionado desde su nicho social, de manera posibilista, para que cambie lo políticamente correcto. Ahora el cambio climático y la paz, luego las hambrunas, la salud y la desigualdad, después la aceptación de la diversidad cultural, etc, etc. O en otro orden , o todo a la vez. Pero ese cambio en la conciencia general que se traduzca en medidas realmente eficaces, desde quienes tienen los medios para que lleguen a todos los afectados, es mucho más útil que veinte colaboradores enseñando el uso del condón en cuatro barrios de Nairobi.
El caso de Amnistía Internacional es loable, y quizás sirva como experiencia piloto, pero que casualidad que se vigile tan atentamente un desierto pedregoso del cuerno de África y no otro desierto también pedregoso en el estado de Israel.
Publicar un comentario